Andy Warhol (1928-1987). Franz Kafka, de la serie Ten Portraits of Jews of the Twentieth Century, 1980
"Entre los papeles de Kafka, junto con otras cosas, se encontraron ocho pequeños cuadernos azules en octava, de esos que en la escuela se llaman “cuadernos de deberes”. Contienen muchas otras reflexiones además de los aforismos. Este libro presenta los pensamientos de Kafka en el orden en que fueron escritos. Los cuadernos en octava contienen numerosos fragmentos y hasta cuentos completos. El primer cuaderno tiene un solo texto fechado, el del 19 de febrero de 1917. Sobre la base de esa única nota con fecha cabe deducir que se trata, cronológicamente, del primero. Los cuadernos en octava no fueron numerados por Kafka, como lo hizo con aquellos en cuarto, de manera que el orden en que se presentan proviene de simples conjeturas."
Fragmento del prólogo de Max Brod
18 de octubre de 1917. Miedo de la noche. Miedo en la no-noche.
19 de octubre. La insensatez (palabra demasiado fuerte) de distinguir lo que es nuestro y lo que es del adversario en las luchas espirituales.
Toda ciencia es metodología respecto de lo absoluto. Por lo que no es dado temer a lo unívocamente metodológico. No es más que una cáscara, un ropaje, pero no más que cualquier otro, salvo aquella sola.
Todos nosotros libramos una lucha. (Cuando, acometido por el último desafío, tiendo la mano atrás para empuñar un arma, no puedo evidentemente elegir entre varias, y si pudiera debería tomar una "ajena", dado que todos nosotros tenemos un solo depósito de armas.) No puedo librar una lucha personal. Si, de vez en cuando, me creo independiente y no percibo a nadie cerca, muy pronto descubriré que, dada la situación general, no captada enseguida por mí o directamente imperceptible por mí, debía ocupar precisamente ese lugar. Lo que no excluye, naturalmente, que existen correos, retaguardias, francotiradores y todas las otras gamas y características del arte de la guerra, pero no hay nadie que guerree por cuenta propia... ¿(Humillación) de la vanidad? Sí, pero también necesario y verdadero estímulo.
Hay que recobrar el aliento cada vez que se sale de un tanque de vanidad o de autocomplacencia. La orgía constituida por la lectura de mi cuento publicado en Der Jude*. Como una ardilla enjaulada. Felicidad por el movimiento, desesperación por la estrechez, locura de la perseverancia, sensación de desolación frente a la calma exterior. Todo ello alternativa o simultáneamente, aun en el lodo del fin.
Una soleada franja de felicidad.
Debilidad de la memoria respecto de los detalles y la estructura del propio concepto del mundo: pésima señal. Solamente fragmentos de un todo. ¿Cómo quieres siquiera rozar tu deber supremo, cómo quieres siquiera intuir la proximidad, siquiera soñar la existencia, siquiera invocar el sueño, siquiera aprender las letras que componen la invocación, si no estás en condiciones de concentrarte hasta el punto que, cuando sea el momento decisivo, puedas apretar tu todo en la mano como se aprieta una piedra para arrojarla, un cuchillo para matar? Por otra parte: no hace falta escupirse en las manos antes de unirlas en plegaria.
¿Es posible pensar una cosa desconsolada? O mejor, ¿una cosa tan desconsolada que no tenga siquiera soplo de consuelo? Una escapatoria sería considerar como consuelo el conocer por sí mismo. Podría pensarse, por ejemplo: debes abolir-te, y mantenerse moralmente en pie sin falsear la realidad de tal descubrimiento, sostenido por la conciencia de haberse dado cuenta. Lo que significa verdaderamente arrancarse de la ciénaga tirando del propio pelo. Pero lo que es ridículo en el mundo físico, es posible en el espiritual. En él no rige la ley de gravedad (los ángeles no vuelan, no abolieron ninguna gravedad, somos nosotros, observadores de este mundo terreno, que no sabemos expresarnos mejor), cosa que para nosotros, desde luego es inimaginable, o lo es sólo en un grado más elevado. Qué mísero es el conocimiento que tengo de mi habitación. (Ñocha.) ¿Por qué? No existe una observación del mundo exterior. La psicología descriptiva, por lo menos, se incluye con toda probabilidad en el campo del antropomorfismo, y del mundo interior apenas toca los límites. El mundo interior se puede vivir nada más, no describir. -La psicología es la descripción del reflejo del mundo terreno en la superficie celeste, o mejor: la descripción de un reflejo, como nos lo imaginamos nosotros, criaturas impregnadas de tierra, porque en realidad no hay ningún reflejo, somos nosotros únicamente quienes vemos tierra hacia donde miremos.
La desgracia de Don Quijote no es su fantasía, es Sancho Panza.
Nosotros, vistos con nuestros ojos sucios de tierra, nos encontramos en la situación de un grupo de viajeros en ferrocarril que han sufrido un accidente en un túnel, precisamente en un punto donde no se ve ya la luz de la entrada, y en cuanto a la de la salida, parece tan minúscula que la vista ha de buscarla continuamente y perderla continuamente, mientras no se tiene siquiera la seguridad de si se trata del principio o del fin del túnel. Entre tanto, en torno de nosotros, en el desorden de nuestros sentidos o en su hipersensibilidad, se da una multitud de monstruos y una especie de juego caleidoscópico fascinante o fatigante, según el humor y las heridas de cada uno.
¿Qué debo hacer? o bien: ¿Por qué debo hacerlo?, no son preguntas que se mediten allí dentro.
Muchas sombras de difuntos no hacen más que lamer las ondas del río de los muertos, porque llega de nuestro mundo y conserva el gusto salobre de nuestros mares. Entonces, el río, detenido por el asco, se pone a correr hacia atrás y empuja a los muertos de vuelta a la vida. Pero ellos están felices, cantan himnos de agradecimiento y acarician las aguas trastornadas.
A partir de cierto punto, en adelante no hay regreso. Es el punto que hay que alcanzar.
El momento decisivo de la evolución humana está siempre en transcurso. Por eso tienen razón aquellos movimientos espirituales revolucionarios que declaran insignificante todo lo anterior, ya que, efectivamente, no ha sucedido nada todavía.
Franz Kafka "Cuadernos en octavo"
160 Páginas
Rústica Fresado
I.S.B.N.: 978-84-206-3835-5
Código: 3460562
9,50 IVA incluido
Abril 1999
+ Información:
http://www.alianzaeditorial.es/
4 comentarios:
Inundaria el comentario de adjetivos, pero no lo haré. Si hay cumbres, Kafka es una.
Vale la pena meditar el final del texto: "El momento decisivo de la evolución humana está siempre en transcurso. Por eso tienen razón aquellos movimientos espirituales revolucionarios que declaran insignificante todo lo anterior, ya que, efectivamente, no ha sucedido nada todavía".
Tot està per fer!
Acabo de volver de ver su casa-escaparate en Praga. Busqué para el viaje una de sus novelas entre mis viejos libros, sin éxito. Cuanto mejor estos cuadernos que no conocía para mi viaje.
Kafka son palabras mayores.
No conocía esta obra, pero la leeré.
¡Cuánto debió sufrir este hombre!
Leí "La metamorfosis" bastante joven, me pareció sencilla y compleja a la vez, y me dio bastante miedo. Esa lucidez tan viva (Kafka), que llega a causar terror: Supongo que era para vencer sus propios miedos, no sé si realmente fue un hombre tan atribulado y torturado, porque la lucidez también es libertad, luz...Le veo en algunas de sus atribulaciones cercano a Pessoa, pero realizarse ó crear, pensar, narrar, escribiendo cuadernos, tiene también un punto de felicidad.
Petons!
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