miércoles, mayo 13, 2009

La plástica en el Renacimiento Español

La característica más importante que distingue la pintura renacentista Española de la Italiana, Francesa o Alemania se refiere más a la temática que al estilo. Es el rechazo español a los temas mitológicos y al culto al desnudos. El artista español del siglo XVI comparte la espiritualidad de sus antepasados gótico, y en general, trabajó para las iglesias y monasterios, o para los nobles con similares preocupaciones religiosas. Muchas de las mejores pinturas de este periodo están imbuidas por la mística y la ascética, y se distancian de la sensualidad asociada al paganismo y del culto al arte por el arte así como de la estética pura. Los extranjeros que vinieron a trabajar a España durante este periodo, el cual coincidió con el esplendor del poder imperial español, fueron rápidamente asimilados. Lejos de resistirse a la tradición establecida en España, se convirtieron, a veces, en sus más apasionados intérpretes. 
 
La Visitación (1507-10)
Fernando Yáñez de la Almedina y Fernando Llanos
Retablo Mayor de la Catedral de Valencia
 
Tránsito de la Virgen (1507-10)
Fernando Yáñez de la Almedina y Fernando Llanos
Retablo Mayor de la Catedral de Valencia
 
Fernando Yáñez de la Almedina y Fernando Llanos (ambos de formación italiana), son los dos pintores a los que, tradicionalmente, se considera como introductores de la estética renacentista en España. En 1507 se les encargó pintar el gran retablo de la catedral de Valencia. Los estilos de ambos maestros se distinguen por la claridad de la composición, el gusto por las actitudes y poses estática, y una preeminencia de la arquitectura, y menos por los prolíficos detalles ornamentales, a los que otros pintores de la época eran más aficionados, que al equilibrio de las masas. En las escenas de este retablo, tomados de la vida de la Virgen, se nota la influencia de Leonardo. Aunque los estilos de los dos pintores tienen mucho en común, Yáñez se distingue por la mayor monumentalidad de sus figuras. Llanos parece ser más adictos a la emoción y el gesto, con problemas en la expresión. Yáñez y Llanos ejercieron una gran influencia en las escuelas de Murcia y Valencia.
 
Santa Catalina de Alejandría (1510)
Fernando Yáñez de la Almedina
Museo del Prado, Madrid

Adoración de los pastores (1526)
Fernando Yáñez de la Almedina
Catedral de Cuenca, Capilla de los Caballeros
 
Sobre el año 1500 una serie de grandes pintores comenzaron a trabajar en las principales ciudades del sur y centro de España. Su obra es a menudo eclécticas, conjugando tanto elementos del norte como italianizantes, aunque preponderando este último. En Toledo, durante el primer tercio del siglo XVI dominará la personalidad de Juan de Borgoña, el cual en 1495 trabajó en la catedral de Toledo, junto con Pedro Berruguete. Su pintura destaca por una exquisita sensibilidad, su equilibrio, y un cálido lirismo carente de excesos. Observándose influencias florentinas junto a reflejos góticos. Colores luminosos y las sutiles distribuciones del espacio son las características distintivas de Juan de Borgoña, la magnífica decoración de la sala capitular de la catedral de Toledo (1509-11), en la que el paisaje desempeña una parte importante es un reflejo de esto. Además de la ejecución de varios retablos en la Catedral de Toledo, el artista completó también el retablo de la Catedral de Ávila, iniciado por Pedro Berruguete, que incluye una preciosa Anunciación, así como las pinturas del coro de la Catedral de Barcelona, esta última por encargo del Emperador Carlos I. En su trabajo de estudio, que es bastante voluminoso, algunas de las más valiosas cualidades del maestro tienden a ser neutralizados. 
 
Natividad de la Virgen (1509-11)
Juan de Borgoña
Catedral de Toledo, Sala Capitular

La Anunciación (1509-11) 
Juan de Borgoña
Catedral de Toledo, Sala Capitular
 
Durante este mismo período, el oto foco artístico será Sevilla, donde nos encontramos con Alejo Fernández. Comenzó su obra en Córdoba, para poco después trasladarse a la floreciente capital Hispalense, donde continuó viviendo hasta su muerte en 1545. Fuerte en la composición, Fernández fue particularmente hábil en el manejo de la composición, utilizando distribuciones imaginativas, como puede verse en su Epifanía en la catedral de Sevilla. Las ciudades de Sevilla y Zaragoza posee importantes ejemplos de su trabajo, en particular, la Virgen de los Navegantes del Alcázar de Sevilla, en el que la sobria y equilibrada composición y la nobleza de la forma prefiguran a Zurbarán. 
 
Auto de fe presidido por santo Domingo de Guzmán (1493-99)
Pedro Berruguete
Museo del Prado, Madrid
 
Príncipe Federico de Montefeltro y su hijo Guidobaldo (1474-77)
Pedro Berruguete
Galleria Nazionale delle Marche, Urbino

La Virgen de los Mareantes (1531)
Alejo Fernández
Reales Alcázares de Sevilla
 
Adoración de los Magos (1508-12)
Alejo Fernández
Sacristía de los Cálices en la Catedral de Sevilla
 
Durante el segundo tercio del siglo XVI, una serie de pintores españoles serán influenciados por Rafael. Siendo, tal vez sus máximos representantes los miembros de la familia Masip: Vicente Masip y su hijo, Juan de Juanes. La labor de este último se caracteriza por un cierto formalismo en la elaboración siguiendo las directrices adoptadas por su padre, aunque no por ello carentes de gracia o habilidad. Su trabajo es armonioso, rítmicamente transparente, y bien diseñado. Estas características son especialmente evidentes en sus composiciones más populares, como la "Sagrada Familia" en la Academia de San Fernando, "el Redentor" en el Museo de Valencia, y "la Última Cena" en el Museo del Prado. De su padre es reseñable el retablo en la Catedral de Segorbe, pintado alrededor de 1530.
 
Memento Mori (1530-40)
Juan de Juanes
Museo de Bellas Artes de Valencia 
 
Don Luis de Castellá y Vilanova, señor de Bicorp (1560)
Juan de Juanes
Museo del Prado, Madrid
 
San Esteban en la sinagoga (1555-1562)
Juan de Juanes
Museo del Prado, Madrid

Sevilla también fue testigo de la influencia de Rafael. En esta ciudad los más destacados será el holandés Hernando Esturmio (Storm), y el flamenco Pedro de Campaña (Kempener). Este último, tal vez sea el más importante de ambos, nació en Bruselas en 1503. Estudió en Italia, pero en 1537 aparece trabajando en "La Gran Catedral", la Catedral de Sevilla. Poco antes de 1563 regresó a su país natal. Su estilo incluye elementos derivados de Miguel Ángel, pero éstos se compensan con las cualidades originales de su plástica y su sentido del drama. Una de las obras clave de Pedro de Campaña es el Descenso de la Cruz (1547) catedral de Sevilla, una pintura que anticipa el barroco de Rubens, fue muy admirado por otros artistas españoles, en particular Murillo. Campaña tuvo una más que simbólica influencia Rafaelesca, evidente en el retablo de la Capilla del Mariscal de la catedral de Sevilla, obra que le sería encargada en 1555. Su avance hacia el barroco y su interés en la representación de la luz se revela en su admirable Adoración de los Magos, que fue pintado en 1557 (iglesia de Santa Ana, Sevilla). 
 
Tabla de Santa Justa y Rufina (1555)
Hernando de Esturmio
Capilla de los Evangelistas, Catedral de Sevilla
 
El Descenso de la Cruz (1548)
Pedro de Campaña
Sacristía Mayor de la Catedral de Sevilla
 
Purificación de María (1556)
Pedro de Campaña
Retablo de la capilla del Mariscal Diego Caballero, Catedral de Sevilla  
 
No hay espacio para mencionar a los numerosos artistas que trabajaron en España en este momento, pero es obligado hacer referencia, aunque sea brevemente, al gran escultor, Alonso Berruguete o Juan de Juni en particular, a su nacimiento en el Museo de Valladolid, así como a la obra de Pedro Machuca, un extraordinario arquitecto.
 
Descendimiento de la Cruz (1547)
Pedro Machuca
Museo del Prado, Madrid  
 
Luis de Morales (llamado El Divino), nacido en 1510, fue claramente una personalidad original. Las características distintivas de su estilo, una minuciosa técnica heredada de los maestros flamencos, y las formas alargadas que prefiguran el arte de El Greco, son especialmente evidentes en las obras de su período final. Morales pintó numerosas versiones de la Virgen y el Niño, a veces con San Juan, así como del Ecce Homo, que se encuentran entre sus obras más populares.
 
La Virgen de la Leche (1565)
Luís de Morales
Museo del Prado, Madrid
 
Retrato de San Juan de Ribera (1566)
Luis de Morales, 
Museo de El Prado, Madrid
 
El tercer cuarto del siglo XVI trajo un fuerte deseo de innovación. Esto coincidió con la llegada del Manierismo, abiertamente representado por los pintores italianos que decoraban el Escorial, así como el interés por los venecianos, en particular, por su colorido. El pintor que mejor representa estas tendencias es Juan Fernández de Navarrete, llamado "el Mudo". Después de una "corta" estancia en Italia, donde entró en contacto con el estudio de Tiziano, comenzó a trabajar en el Escorial alrededor de 1568. Gracias a la contundencia de su imagen, su piedad y su realismo "El martirio de Santiago" (1571) es una de sus obras más conocidas, pero su Adoración de los Magos (1575), también en El Escorial, revela lo mejor de mejor técnica pictórica así como su preocupación por la luz, el claroscuro y el color. Navarrete murió en Toledo en 1579. 
 
El martirio del apóstol Santiago (1569-71)
Juan Fernández Navarrete
San Lorenzo de El Escorial, Madrid 
 
El arte de la segunda mitad del siglo XVI no era exclusivamente religiosa. El retrato fue el oto gran tema. El retratista neerlandés Anthonis Mor (1519? -1576) fue seguido por su alumno Alonso Sánchez Coello (1531/32-1588), quien dio un decidido impulso a este género con la gran calidad de los retratos de Felipe II y de los Infantes Don Carlos e Isabel Clara Eugenia (Museo del Prado). Este artista ha sido elogiado por su humanidad, que, en su íntima relación con los valores plásticos, lo convierte en el precursor directo de los retratos de Velázquez. La preocupación por las cualidades táctiles y convincente representación de materiales, características de Sánchez Coello, es aún más notable en la labor de su alumno y sucesor, Juan Pantoja de la Cruz (1551-1609). En sus algo hieráticos retratos, el carácter del tema es de tanto interés como la verosimilitud de las joyas, encajes, sedas, brocados y armaduras. Pantoja, como Sánchez Coello, pintaron tanto temas religiosos como retratos, siendo este último tema en el que trabajaron con mayor libertad, logrando un mayor efecto pictórico. La lenta pero ascendente preocupación por el efecto lumínico del claroscuro se verá reflejada el la "Resurrección" de Pantoja (1605), ahora en el Hospital de Valladolid.
 
Príncipe Don Carlos (1555-1559)
Alonso Sánchez Coello
Museo de El Prado
 
Infanta Isabel Clara Eugenia (1579)
Alonso Sánchez Coello
Museo de El Prado
 
Dama del abanico (1570-73)
Alonso Sánchez Coello
Museo de El Prado
 
Carlos V (1605)
Pantoja de la Cruz, 
Museo de El Prado
 
La reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II (1605)
Juan Pantoja de la Cruz
Museo de El Prado 
 
El último cuarto del siglo XVI produjo una serie de pintores de transición, que se iba a cristalizar en una nueva concepción de la pintura. Entre estos artistas cabría destacar a Pablo de Céspedes, en Córdoba, y en Sevilla a Vasco de Pereira y Francisco Pacheco, el maestro y suegro de Diego Velázquez, quien en sus últimos años (1649) publicó un interesante tratado, "Arte de la Pintura" .

12 comentarios:

El Deme dijo...

¡Qué maravilla de entrada, Pe-jota!. Menudo recorrido nos has hecho por el siglo XVI. Efectivamente, lo mejor de las iglesias y las catedrales de España son sus cuadros y sus obras de arte, verdaderos museos a veces escondidos o mal iluminados. Era la Iglesia la que daba trabajo a los pintores y, ya se sabe, donde hay patrón, no manda marinero.

Mery dijo...

Y pensar que algo sabía yo de ello, unos cuantos años ha.

Magna y hercúlea entrada, caballero. De las que he de releer con mucho gusto.
Un beso admirado, como siempre.

Xavier dijo...

Impecable, quan s’ajunta el bon fer i el saber sorgeix l’obre.

Mestre, t’has lluït. Un altre cop i segur que no serà l’últim.

Una sincera abrasada.

tecla dijo...

Me lo tendré que releer antes de comentarte.
Estorequiere una lectura en profundidad.
Un abrazo.

Vulcano Lover dijo...

Muy buen artículo, conciso pero exhaustivo... Es una pena, como dice alguien por ahí, que muchos de esos cuadros excepcionales están en muy malas condiciones de visibilidad y a veces hasta de conservación en las catedrales...

Juan Duque Oliva dijo...

Que lástima que tenían que pintar tanto tema religioso y tanto retrato real, puf

senses and nonsenses dijo...

vaya pedazo de clase magistral de historia del Arte. es impresionante todo lo que aprendo contigo. así que, aquí tardó en llegar el renacimiento porque con la iglesia hemos topado amigo sancho?
y dice vulcano que conciso, qué quiere? la Espasa?, que piense un poquito en los demás (es broma, jejeje)

un abrazo.

Joaquinitopez dijo...

Magnífica entrada y soberbia selección de imágenes de un periodo no demasiado reproducido.

Justo dijo...

Es una pena que las entradas de los blogs sean tan efímeras y queden pronto ocultas, porque ésta merecería quedarse a primera vista durante un buen tiempo -como otras muchas tuyas- para que disfrutemos con las imágenes y las palabras.

Por señalar algo, me he quedado prendado con Luis de Morales -¡El Divino tenía que ser!- y con Juan de Borgoña. Y sí, a Fernando Yáñez le veo influencia clara de Leonardo..

Un abrazo

Vulcano Lover dijo...

no quería decir conciso pero exaustivo, sino conciso Y exaustivo (al mismo tiempo) como dos virtudes, no como una que compensa un defecto.

Me disculpo por el ellor de elección de conjunción

Pilar dijo...

Una época de bonanza, y de equilibrio...

Madame X dijo...

Excelente recorrido por el Renacimiento español. Estamos más acostumbrados a pensar en el Renacimiento italiano, por ejemplo, y olvidamos, a menudo, la ingente obra propia que hay en nuestros museos y catedrales. Por ello se agradece doblemente este espléndido "rescate". Nos has dejado con la boca abierta de admirada sorpresa.

He recorrido varias veces las imágenes, ampliándolas. Me quedo con los retratos. Será que de las estampas religiosas estoy más jartita, aunque hay algunas deliciosas.

Un beso.