lunes, enero 30, 2012

"Al filo de los cuarenta" Leopoldo Alas Mínguez


 
AL FILO DE LOS CUARENTA

Hasta cuándo podré querer a muchos sin entregarme a nadie.
Cuántos días de espontánea indefinición me quedan por delante.
Él me espera y tiene mis facciones.
Cuarenta años, hermano.
Lo prefiero a todos: amables rostros que reflejaron el mío volátil,
almas afines que completaron mi esencia fragmentada.
Después de tanto errar por tantos cuerpos, doy con el mío.
Por fin un hombre interesante. Soy él.
No era yo dirigiendo una nave imperfecta de carne,
tan firme y rotunda en su ingrata juventud.
Tomad y comed porque yo soy mi cuerpo.
Yo quise ser vosotros, amigos del alma,
y en cada uno aprendí a quererme.
Pero en mí mismo estoy mejor acomodado
que en la insaciable búsqueda exterior de inteligencia y belleza.
Cuarenta, hermano.
Olvida el paraíso de la infancia, que muchos cuestionan:
tan hermosos fueron aquellos días suspendidos
de horizontes inmensos
como estos de ahora, caídos y sin perspectiva.
Y del amor ni hablemos
pues todo lo apostado se perdió en el propio engaño.
Pero me tengo al fin.
Ya no me busco en el espejo. Soy el que soy.
 
Leopoldo Alas Mínguez
 
 

11 comentarios:

Tres_Leches dijo...

Al filo de los treinta

Supón que todo sigue...
La voz que siempre escuchas por las tardes
cuando a solas suspiras para aliviar el peso,
con ganas de cambiar y miedo a las personas
y cierta desazón de estar sin ellas.

Oigo la luz, más que verla, tumbado
en esta cama antigua, en Almería,
al filo de los treinta.
Las notas del silencio,
el cielo azul cansado y una torre dormida.

...que todo siga siendo tan sencillo:
despenar sin heridas como en los viejos tiempos,
madrugadas difusas y, a la tarde,
un rato nada más en el abismo.

Leopoldo Alas: La posesión del miedo

El Anfitrión Griego dijo...

Espectros de una vida que se agota

¿A qué viene esconderse los espectros?
Entonces no era así.
Íbamos juntas las almas en busca de cuerpos
porque en uno solo no cabía la conciencia.
Qué arteras artimañas usamos por no vernos,
qué orgullo solitario en nuestras cuevas
adornadas con estampas del deseo.

Hablaron de un camino que lleva a la derrota.
También de una cascada que da la bienvenida
y de una comunión de sombras exaltadas.
Sabemos ya que el tacto nos daba la medida
de nuestra pretensión, pero el recuerdo borra
la intensidad vital, el sol, la llamarada.

Espectros de una vida que se agota,
hemos llegado hasta aquí.
Vamos juntas las almas al olor de los cuerpos,
que en esa confusión estaba la respuesta.
Por absurdo que parezca el desafío,
habrá felicidad en el rencuentro.
Cuando hagan la señal, salgamos de las cuevas.

Leopoldo Alas:El triunfo del vacío

MM de planetamurciano dijo...

Que pena la muerte tan prematura de este hombre...

Uno dijo...

Lo traté muy someramente. Lo vi a menudo en grupos conocidos. Lejos de producirme curiosidad por su obra me producía rechazo. Hoy leo estos poemas y siento no haberlo hecho antes.

Xim dijo...

Razón de amor

No es sólo la pasión de los abrazos,
la saliva, el aroma, el vértigo, los besos
o el plácido desvelo de la ausencia.

Mi amor es la fábula y la trama,
el relato interior que sigue a cada encuentro,
la glosa que acompaña los adioses,
el minucioso examen de las frases
y el eco que tu voz le pone a mi silencio.

Mi amor es ser feliz y no engañarme
anticipando el daño del negro desengaño,
cuando el sexo se esfume en el recuerdo
remoto y resentido de un orgasmo.

El consentir la calma en las mareas
y atesorar las horas y los días
de la fiesta de luz que celebramos,
del banquete voraz de los sentidos.

Y abolir la frontera de los cuerpos,
detenernos, subiendo la escalera,
a besarnos en todos los peldaños.

Leopoldo Alas Minguez

De "La posesión del miedo" 1996

senses and nonsenses dijo...

y cuando se ha estado solo, aprendido a quererse más mal que bien, cuando te tienes al fin... sin engaños... de repente, aparece él, el compañero perfecto.

@ELBLOGDERIPLEY dijo...

Fui amigo ó conocido suyo: El salía mucho con otro poeta, su amigo José. Cuando nos encontrábamos, siempre tenía una mirada de complicidad, llena de brillo y casi clarividente: A veces charlábamos, a veces no. Era una buenísima persona.
Un gran poeta, y un gran ensayista.
Un tiempo, tuve una época complicada, con un desamor, que pasó como todo pasa. Me ayudó mucho leer su libro "Los amores periféricos": pasó el tiempo y un día se lo conté: se emocionó mucho, y no de una forma fingida ni nada, lo cual demostraba que todo lo escribía con autenticidad y honestidad. Casi que le tuve que consolar, porque mi desamor ya estaba superado: ese libro realmente me marcó para despegarme del desamor, y el poema se encuentra en una onda ó tesitura parecida, aún no estaba enfermo. Se empezó a retirar y a sentir mal, y realmente fue una injusticia, una tristeza enorme que todos perdiéramos su inmensa valía, porque la tenía y era muy joven.
Petons!

El Deme dijo...

Interesante chico que hablaba muy bien y tenía cosas que decir. Toda la tristeza del poema se revitaliza al terminar con su soy el que soy, que es la más hermosa prueba de aceptación que se puede hacer.

Justo dijo...

Cómo le echo de menos... me identificaba mucho con él, siendo además de la misma quinta.

Qué trabajo nos cuesta asumir la pérdida de algunas personas. Vamos, que no la asumimos.

Pilar dijo...

Un abrazo a todos.
Más adentro, quién llega a conocerse?

Champy dijo...

Que ojotes.... me enamoraron.

Se puede?

En otra vida.

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