Quaeris, quot mihi basiationes
tuae, Lesbia, sint satis superque.
quam magnus numerus Libyssae harenae
lasarpiciferis iacet Cyrenis,
oraclum Iouis inter aestuosi
et Batti ueteris sacrum sepulcrum;
aut quam sidera multa, cum tacet nox,
furtiuos hominum uident amores;
tam te basia multa basiare
uesano satis et super Catullo est,
quae nec pernumerare curiosi
possint nec mala fascinare lingua.
Preguntas cuántos besos tuyos, Lesbia,
Me satisfacen y superan.
Cuan grande es el número de arena libia,
Rica en laserpicio, que se extiende por Cirene,
Entre el oráculo del tempestuoso Júpiter
Y el sagrado sepulcro del viejo Bato;
O cuantas estrellas observan, cuando la noche calla,
Los furtivos amores de los hombres;
Tantos besos le satisfacen y le sobran
Al loco de Cátulo, que los curiosos
Jamás podrán contarlos
Ni mancillarlos con sus malas lenguas.
Catulo, VII
Afrodita de Milo
Museo del Louvre, París.
Afrodita Urania (Celeste)
"Pandémica y Celeste"
Imagínate ahora que tú y yo
muy tarde ya en la noche
hablemos de hombre a hombre, finalmente.
Imagínatelo,
en una de esas noches memorables
de rara comunión, con la botella
medio vacía, los ceniceros sucios,
y después de agotado el tema de la vida.
Que te voy a enseñar un corazón,
un corazón infiel,
Desnudo de cintura para abajo,
Hipócrita lector - mon semblable - mon frère!
Porque no es la impaciencia del buscador de orgasmo
quien me tira del cuerpo hacia otros cuerpos
a ser posible jóvenes:
Yo persigo también el dulce amor,
el tierno amor para dormir al lado
y que alegre mi cama al despertarse,
cercano como un pájaro.
¡Si yo no puedo desnudarme nunca,
si jamás he podido entrar en unos brazos
sin sentir -aunque sea nada más que un momento-
igual deslumbramiento que a los veinte años!.
Para saber de amor, para aprenderle,
haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
- con cuatrocientos cuerpos diferentes -
haber hecho el amor. Que sus misterios,
como dijo el poeta, son del alma,
pero un cuerpo es el libro en que se leen.
Y por eso me alegro de haberme revolcado
sobre la arena gruesa, los dos medio vestidos,
Mientras buscaba ese tendón del hombro.
Me conmueve el recuerdo de tantas ocasiones...
Aquella carretera de montaña
y los bien empleados abrazos furtivos
y el instante indefenso, de pie, tras el frenazo,
pegados a la tapia, cegados por las luces.
O aquel atardecer cerca del río
desnudos y riéndonos, de hiedra coronados.
O aquel portal en Roma en vía del Babuino.
y recuerdos de caras y ciudades
apenas conocidas, de cuerpos entrevistos,
de escaleras sin luz, de camarotes,
de bares, de pasajes desiertos, de prostíbulos,
y de infinitas casas de baños,
de fosos de un castillo.
Recuerdos de vosotras, sobre todo,
o noches en hoteles de una noche,
definitivas noches en pensiones sórdidas,
en cuartos recién fríos,
noches que devolvéis a vuestros huéspedes
un olvidado sabor a sí mismos!
La historia en cuerpo y alma, como una
imagen rota,
de la langueur goutée a ce mal d'être deux.
Sin desprecia
- alegres como fiesta entre semana -
las experiencias de promiscuidad.
Aunque sepa que nada me valdrían
trabajos de amor disperso
si no existiese el verdadero amor.
Mi amor,
Íntegra imagen de mi vida,
sol de las noches mismas que le robo,
su juventud, la mía,
- música de mi fondo -
sonríe aún en la imprecisa gracia
de cada cuerpo joven,
en cada encuentro anónimo,
iluminándolo. Dándole un alma.
Y no hay muslos hermosos
que no me hagan pensar en sus hermosos muslos
cuando nos conocimos, antes de ir a la cama.
Ni pasión de una noche de dormida
que pueda compararla
con la pasión que da el conocimiento,
los años de experiencia
de nuestro amor.
Porque en amor también
es importante el tiempo,
y dulce, de algún modo,
verificar con mano melancólica
su perceptible paso por un cuerpo
- mientras que basta un gesto familiar
en los labios,
o la ligera palpitación de un miembro,
para hacerme sentir la maravilla
de aquella gracia antigua, fugaz como un reflejo.
Sobre su piel borrosa,
Cuando pasen más años y al final estemos,
quiero aplastar los labios invocando
la imagen de su cuerpo
y de todos los cuerpos que una vez amé
aunque fuese un instante, deshechos por el tiempo.
Para pedir la fuerza de poder vivir
sin belleza, sin fuerza y sin deseo,
mientras seguimos juntos
hasta morir en paz. Los dos,
como dicen que mueren los que han amado mucho.
Jaime Gil de Biedma
Afrodita de Cnido
Copia romana del original griego de Praxíteles
Colección Ludovisi
Afrodita Pandemos (Común)
9 comentarios:
Un prodigio de pasión y de reflexión. Jaime Gil de Biedma, uno de los grandes poetas castellanos.
Y aquí la Afrodita celestial de tan injustamente ignorado por los blogueros gay españoles Jacinto Benavente:
Soneto XII
Urania, venus celestial, inspira
mi amor, rebelde a Venus genitora
la del vulgar amor inspriradora
que vida enciende en su inflamada pira.
Al goce sólo celestial aspira
mi amor, de la belleza arrobadora,
y la belleza celestial adora
cuando en humano serla ama y admira.
En ti fue, ¡oh Grecia! sin dolor ni pena
toda humana belleza idolatrada.
Hermes, cual Afrodita culto ordena,
y en la inmortal, olímpica morada,
el áurea copa de los dioses llena
Hebe, con Ganimedes alternada.
Infinitamente hermoso, Xavier.
Sentido en la piel y las entrañas.
Dulce paz después de haber leído.
La fascinación por Biedma no se acaba nunca!
Arte.
Qué lejano, qué cercano.
Muchas gracias.
Estoy de acuerdo. Para enamorarse de verdad es necesario acostarse antes con cuatrocientos cuerpos, para saber con lo que nos quedamos y lo que dejamos atrás.
¡Grande! Gil de Biedma.
qué gozada volver a la blogosfera y encontrar precisamente en tu casa mi poema favorito de mi poeta favorito.
a ver si poco a poco voy recuperando el ritmo.
cada vez que me alejo un poco, os echo mucho de menos.
un abrazo.
Simplement...........l’estimo
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