lunes, diciembre 07, 2009

" Dankgesang Heiliger" Ludwig van Beethoven

Retrato por Joseph Karl Stieler, 1819 o 1820

"Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo."

Beethoven

Ludwig van Beethoven, en 1825, escribió el tercer movimiento, Adagio molto, de su Cuarteto de cuerda nº 15 en La menor opus 132, en el que ofrece gracias por estar vivo tras haber sobrevivido a una enfermedad casi mortal. De hecho la parte más alegre del himno la llamó "Sintiendo nuevas fuerzas". En esta composición la música se convierte en un medio espiritual de curación en un talismán contra la muerte.

Este Adagio es conocido como " Dankgesang Heiliger." de forma abreviada, ya que su nombre completo según la descrición de Beethoven en la partitura original es: "Heiliger Dankgesang eines Genesenen an die Gottheit, in der lydischen Tonart" o "Canto Sagrado de agradecimiento de un convaleciente a la Divinidad, en el modo lidio."

Aún tendría que pasar un año para que acabara de completar el último de sus cuartetos de cuerda, los cuales son considerados, según algunos críticos especializados, la cumbre de la música occidental, era el año 1826, Ludwig van Beethoven moriría al año siguiente, el 26 de Marzo de 1827, debido a sus graves problemas de salud rodeado de sus amigos, justo cuando una tormenta rompe sobre Viena.



"Permaneció tumbado, sin conocimiento, desde las 3 de la tarde hasta las 5 pasadas. De repente hubo un relámpago, acompañado de un violento trueno, y la habitación del moribundo quedó iluminada por una luz cegadora. Tras ese repentino fenómeno, Beethoven abrió los ojos, levantó la mano derecha, con el puño cerrado, y una expresión amenazadora, como si tratara de decir: «¡Potencias hostiles, os desafío!, ¡Marchaos! ¡Dios está conmigo!» o como si estuviera dispuesto a gritar, cual un jefe valeroso a sus tropas «¡Valor, soldados! ¡Confianza! ¡La victoria es nuestra!». Cuando dejó caer de nuevo la mano sobre la cama, los ojos estaban ya cerrados. Yo le sostenía la cabeza con mi mano derecha, mientras mi izquierda reposaba sobre su pecho. Ya no pude sentir el hálito de su respiración; el corazón había dejado de latir."

Anselm Hüttenbrenner

9 comentarios:

Vulcano Lover dijo...

A mí que conste que me encantan, pero eso de llamarlos cumbre de la música occidental así sin contextualizar ni ciscunscribir mas... me parece un poco exagerado.
En cualquier caso, son un eslabón imprescindible para explicar la música posterior pues constituyen un paso hacia otra dimensión de la música, y una ruptura con el pasado y las estructuras (aunque creo que conceptualmente son las sonatas de piano las que más se aventuran en ese camino, pero es mi opinión personal).

Juan Duque Oliva dijo...

PEnsaba que nos ibas a descubrir la trama homosexual del genio, que no me extrañaría.

Has pintado como un oleo con esos últimos minutos, buenas referencias.

BEsos

Xavier dijo...

La musica es com els bons vins, s’ha li han de trobar els sabors, els aromes, les textures i tindre el paladar preparat a nous o vells matisos.
No venim d’una cultura massa preparada a ser receptors de musiques. No ens han ensenyat a gaudir d’aquets plaers. Però per sort tenim orelles per poder-les reeducar.
Una abrasada ._.

JB dijo...

grande compositor

Xim dijo...

Lo siento, pero mi hígado gnóstico sólo admite el tríptico de Chopin/Debussy/Satie... es que eso de raspar el espíritu con notas musicales me tira mucho...

Besotes

Xim

Strawberry Roan dijo...

No sé si serán la cumbre de la música occidental, pero lo que sí que es cierto es que después de escuchar cualquiera de sus cuartetos, les falta muy poco. Pura maravilla. Y, mira tú por donde, gracias a tu post sé una cosa nueva que no sabía: el modo lidio. He estado investigando, jeje... ¡Ignorante que es uno!

Un abrazo

senses and nonsenses dijo...

Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo...

Pilar dijo...

Escalofriantes siempre las últimas palabras de alguien. Sobre esa frase, discrepo. Una buena interrupción del silencio es bien necesaria, a veces hasta el cacareo, kikirikí.

Anónimo dijo...

Invito a leer el cap. XXXVII del libro "Contrapunto" de Aldous Huxley que habla sobre esta pieza y la existencia de Dios. Realmente recomndable.