El 2 de Mayo de 1808 el pueblo humilde, conformado por chisperos, manolas, rufianes, mozos de mesón, albañiles, presidiarios, carpinteros, mendigos, modestos comerciantes; se hizo cargo a tiros y puñaladas, de la soberanía nacional durante escasamente cinco horas de auténtico horror, un pueblo perplejos ante las nuevas ideas que llegaban de Francia y que no entendían. Lo único que tenía claro era que las tropas francesas actuaban como enemigas, y que su paciencia ante tanta arrogancia había llegado al límite para un pueblo inculto, sujeto a la tradición monárquica y religiosa. No había ninguna ideología detrás sólo un odio visceral.
Un odio que llevó a seis años de una espantosa, guerra bautizada como "guerra de la independencia", una guerra que asoló la nación y en la que se cometieron miles de atroces desmanes.
Estas fechas tuvieron un observador excepcional, alguien que plasmó todo el horror de estos días y todo lo que siguió, Francisco de Goya y Lucientes, sus pinceles plasmaron todo el sobrecogimiento de estos días en dos impresionantes óleos que causan sobrecogimiento al observarlos. Estos lienzos se verán complementados por la serie de 82 grabados denominados "Los desastres de la guerra", una visión tan real como doliente de lo que aconteció en aquellos años en que la violencia se desató sobre España, una visión sobretodo de primera mano.
Un hombre arrodillado y suplicante, vestido con andrajos, se humilla y mira hacia lo alto; lo rodea un entorno no menos angustioso cuya negrura (física y simbólica) parece poblada de seres monstruosos, preludio de la sinrazón que vendrá
Un pelotón de soldados napoleónicos se dispone a fusilar a un par de patriotas españoles que se defiende hasta la muerte (el del primer término embraza una lanza y esgrime un cuchillo mientras la sangre chorrea de su rostro)
El dominio de la sinrazón. Un patriota cuyo rostro recuerda la fisonomía de un loco, blande horriblemente su hacha. «Amemos ciegamente nuestra patria hasta la locura»
La razón y no la desesperación rige el acto calmoso de prender la mecha del cañón que sembrará la muerte en las filas enemigas. Se necesita valor, virtud que se apoya física y simbólicamente en el montón de cadáveres de los defensores que sirven de apoyo a la anónima mujer artillera. Ésta representa a todas las heroínas de la guerra (y no a Agustina de Aragón en particular, aunque la escena esté directamente inspirada en su hazaña), por esta razón da la espalda al espectador ocultando su rostro que de soslayo resulta irreconocible por el efecto del abundante rayado del aguafuerte; esta significación ejemplar y emblemática, Goya la concibió con claridad desde el principio como lo atestiguan los dos dibujos preparatorios.
Un prisionero español desnudo ha sido empalado en un árbol seco a la par que mutilado de sus extremidades superiores; al fondo, en un plano inferior, en parte oculto, dos militares napoleónicos, uno con el sable, el otro con el cuchillo, parecen mutilar a un prisionero. A la izquierda, un militar arrastra un cadáver en dirección al grupo.
Los cadáveres mutilados (los de la izquierda han sido castrados) pendientes del arbol deben ser identificados con los de tres presuntos traidores. La muerte deshonrosa (horca, degüello, etc.) y el posterior troceamiento de los miembros del cuerpo para su exhibición pública en caminos y lugares públicos, constituyó una práctica salvaje del populacho "patriota" hacia los que designó de modo sumarísimo como traidores, asunto del que se ocupan gacetas y memoriales de la época. Goya arremete de nuevo contra la ignorancia, presentando a la reflexión del espectador este «monumento de barbarie y atrocidad»
Los cadáveres mutilados (los de la izquierda han sido castrados) pendientes del arbol deben ser identificados con los de tres presuntos traidores. La muerte deshonrosa (horca, degüello, etc.) y el posterior troceamiento de los miembros del cuerpo para su exhibición pública en caminos y lugares públicos, constituyó una práctica salvaje del populacho "patriota" hacia los que designó de modo sumarísimo como traidores, asunto del que se ocupan gacetas y memoriales de la época. Goya arremete de nuevo contra la ignorancia, presentando a la reflexión del espectador este «monumento de barbarie y atrocidad»
La técnica resulta sobresaliente, sobretodo si tenemos en cuenta las carencias de material que el artísta sufría debido a la contienda, presentando una gran innovación: la aguada. Se trata de la aplicación directa del aguafuerte sobre la plancha con un pincel sin que medie protección alguna en ésta. Es una técnica que proporciona suavísimos tonos rompiendo la brillantez de los blancos pero sin trama alguna como sería el caso del aguatinta.
8 comentarios:
niño, vaya temita que has ido a coger, justo a las puertas de las grandes conmemoraciones que va a haber y con la que no me alineo nada. Porque los acontecimientos del 2 de mayo y lo que conllevaron no han sido razonablemente revisados como se merecían, porque nadie parece querer reconocer que expulsar a los franceses (algo loable, pues era una invasión en toda regla) no debía ir unido como de hecho fue a expulsar con ellos todo lo afrancesado que en realidad eran ideas modernas y nuevos conceptos de organización que venían a poner fin a la secular incultura, servilismo y sumisión de del pacato pueblo que éramos... Mejor era correr un tupido velo, yo creo. Pero bueno.
No creo que me alinee en ninguna posición, tengo una opinión personal y seguro, seguro que va en contra de las posiciones oficiales, y quien me conoce lo sabe, sólo hago una reflexión sobre lo que el odio y la incultura pueden llegar a producir.
Gran trabajo el de Goya por esos años tan duros.
Por estas latitudes también sucedieron cosas. Y desgraciadamente en momentos históricos más cercanos a nosotros, en los que la barbarie y la sinrazón parecían hermanadas con las de la España del siglo 19.
Siempre interesante, motivador e invalorable los aportes de tu blog.
Imprsionantemente doloroso.
No se.. lastima.
Genial.
Más besos.
Genial la mano de Goya.
Lo más terrible es comprobar que esos horrores siguen a la orden del día. No hemos cambiado nada.
X
vaya pedazo de post te has marcado. felicidades. sé muy poco del tema.
un abrazo.
Está claro, una imagen vale más que mil… El horror de esas escenas difícilmente se podría trasmitir con mil palabras. Por otro lado, se me encoje el estomago al confirmar, una vez mas, que la capacidad de hacer el bestia es inmensa.
Ya me lo habías anunciado, pero como siempre un trabajo de primera, me ha interesado mucho, hasta voy a documentarme más sobre estos acontecimientos ahora que están al caer las conmemoraciones.
Un beso amigo.
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