miércoles, julio 08, 2009

Homoerótica en la poesia de Cayo Valerio Catulo

 
Catulo leyendo sus poemas
Stepan Bakalovich, 1885
Galería Tretiakov, Moscú

El tema Homoerotico aparece en la obra de Catulo bajo diversas formas. En algunos de ellos describe sus propias aventuras. Los poemas 24, 48, 81 y 99 están dirigidas a un aristocrático adolescente de nombre Juventius, y en ellos se explicita una pasión que no es correspondida.

XXIV Consejo a Juvencio

Tú que eres la flor de los Juvencios,
no sólo de los de ahora sino de cuantos
han sido y serán luego en los años venideros,
preferiría yo que hubieras dado las riquezas de Midas
a ese que no tiene ni esclavo ni arca
a que te dejaras querer por él.
"¿Por qué? ¿No es un hombre guapo?", dirás.
Lo es: pero no tiene ni esclavo ni arca.
Esto tú déjalo aparte y dale toda la poca
importancia que quieras:
es igual, ése no tiene ni esclavo ni arca.

XLVIII Besos a Juvencio

Esos ojos tuyos de miel, Juvencio,
¡quién me diera besarlos sin parar!
Sin parar los besaría trescientas mil veces,
y me parecería que nunca quedaría satisfecho,
ni aunque la cosecha de nuestros besos
fuera más rica que una de espigas africanas.

LXXXI No me lo explico

¿No pudo haber entre tanta gente, Juvencio,
otro hombre guapo, de quien empezaras a enamorarte,
sino ese huésped tuyo,
procedente de la moribunda Pesaro,
más pálido que una estatua amarillenta,
que ahora ocupa tu corazón
y a quien te atreves a preferir
a mí sin saber el crimen que cometes?

XCIX Robo de un beso

Juvencio, te robé un furtivo beso
-a ti, que eres de miel-
aún más dulce
que la ambrosía dulce.
Pero no lo hice impunemente:
recuerdo haber quedado mas de una hora
crucificado en alta cruz, y haber
tratado con gran llanto de borrar
un poquito tu áspera crueldad.
En cuanto te besé, tus parvos labios,
mojados por gotas incontables,
te limpiaste con todos tus deditos,
no fuera a contagiarte mi boca, como si fuera
la sucia saliva de una puta infectada.
Además, me has entregado, desgraciado de mí,
al cruel Amor para que de ambrosía aquel beso
se convirtiera en más amargo que el amargo eléboro.
Así que, si éste es el castigo que das
a mi desgraciado amor
ya nunca más robaré tus besos.

Narciso, Fresco Pompeyano
Casa de Marco Lucrecio Frontón, Pompeya

En el poema 21, nos parece un Catulo celoso que amenazas a Aurelio, el cual coquetea con su "chico". En el 15, encomienda irónicamente su amado al cuidado del mismo Aurelio, pero una vez más con amenazas. En el 56, Catullus describe jocosamente un encuentro sexual ocasional con un joven el cual está teniendo relaciones con una joven.

XXI Deja a mi jovencito

Aurelio, padre de las hambres,
no sólo de éstas sino de cuantas han sido,
son y serán en los años venideros,
quieres dar por el culo a mi amado.
Y no a escondidas: pues estás a su lado,
bromeáis juntos y, pegándote a su costado,
lo intentas todo.
En vano: porque a ti, que me tiendes emboscadas,
te haré yo primero que me la chupes.
Y, si lo hicieras estando harto, me callaría;
pero ahora me lamento por eso mismo,
porque mi joven de ti va a aprender
a pasar hambre y sed.
Por eso, déjalo
mientras te sea posible hacerlo decentemente,
no sea que pongas fin a ello
pero después de chupármela

XV ¡No toques a mi jovencito!

Mi persona y mis amores te los confío a ti, Aurelio.
Te pido un discreto favor: si en tu corazón
has anhelado guardar un deseo casto y puro,
presérvame púdicamente a este muchacho,
no digo de la gente (nada temo
a los que pasan por el foro
de acá para allá ocupados en su asuntos )
de ti tengo miedo y de tu miembro,
peligro para los muchachos,
tanto honrados como disolutos.
A ese tu menéalo por donde quieras, como quieras,
cuanto quieras, cuando esté preparado:
a este solo lo exceptúo, discretamente, según creo.
Porque, si un mal pensamiento o una insensata locura
te empujan canalla, a tan gran desatino
como para acosar mi cabeza con tus trampas,
entonces, ¡ay de ti, desdichado y de mala estrella,
que con las piernas separadas, por la puerta abierta,
te acosarán rábanos y mujoles!

LVI Sorprendidos en el acto

¡Qué situación, Catón, tan cómica y divertida,
digna de tus oídos y carcajadas!
Ríete, Catón, con la fuerza con que quieres a Catulo:
La situación es realmente cómica y divertida.
Hace poco sorprendí a un jovencito que lo intentaba
con una joven: entonces, a él yo,
con el perdón de Dione,
lo golpeé con la mía tiesa.

Una serie de poemas reflejan otras actitudes a la actividad homosexual. En 61, un matrimonio epithalamium o poema, Catullus describe cómo el esposo, que ahora entra en la vida matrimonial respetable, debe renunciar a su amante masculino.

Hombre Maduro y Joven en la cama
Botella de cristal (30 a C)
Estepa (España)

En algunos poemas (16, 28), actividades sexuales, tales como pedication y irrumation representan la dominación, la venganza, o el machismo. "Pasiva" la homosexualidad, la felación, y el afeminamiento, que a menudo invierte Catullus económicos así como asociaciones morales (25, 33, 80, 112), son ridiculizados.

XVI En defensa de su honradez

Os daré por el culo y me la vais a chupar,
Aurelio comevergas y Furio julandrón,
que, por mis versos, como son ligeros,
me habéis considerado un desvergonzado.
Es, de hecho, procedente
que el poeta honorable sea personalmente casto;
no es necesario que lo sean sus versos,
que, en definitiva, tienen sal y gracia
si son ligeros y desvergonzados
y pueden provocar las cosquillas,
no digo a los muchachos, sino a esos peludos
que no pueden mover sus duros lomos
¿Vosotros, porque habéis leído muchos miles de besos,
me consideráis poco hombre?
Os daré por el culo y me la vais a chupar.

XXXIII Una pareja depravada

Tú, el mayor ratero de los baños públicos,
Vibenio padre, y el bujarrón de tu hijo
(pues, si el padre tiene la mano derecha más corrompida,
el hijo el culo más insaciable),
¿por qué no marcháis al exilio
a alguna maldita costa, supuesto que los robos del padre
son notorios para el pueblo y tú, su hijo,
no puedes vender ni por un as tus peludas nalgas?

CXII A Nasón

Muy hombre eres, Nasón,
pero no es contigo muy hombre
el que se te agacha:
Nasón, eres también un gran mamón.

Por último, algunos poemas (como el 9, 30, y 50) reflejan el carácter apasionado de la amistad del mismo sexo en la antigüedad. El grado en que esos poemas son homoerotic es discutible. Algunos de ellos, sin embargo, pueden ser leídos por los lectores modernos como poemas de amor.

IX

Veranio, de todos mis amigos
antepuesto para mí a miles trescientos,
¿has venido a casa, a tus penates
y hermanos unánimes y vieja madre?
Has venido, oh para mí nuncios dichosos.
Te veré a ti, incólume, y te oiré de los iberos
narrando los lugares, hechos, naciones,
como la costumbre es tuya, y plegándome a tu cuello
agradable, tu boca y ojos suavemente besaré.
Oh, cuántos hay hombres más dichosos,
qué, que yo, más alegre o dichoso.

XXX

Alfeno ingrato y para tus unánimes amigos falso,
¿ya tú nada te compadeces, duro, de tu dulce amiguito?
¿Ya a mí en traicionarme, ya no dudas en engañarme, pérfido?
Y no los hechos impíos de los falaces hombres a los celestiales placen,
lo cual tú olvidas y, pobre de mí, me abandonas en mis males.
Ahay, ¿qué han de hacer, di, los hombres, o en quién han de tener fe?
Ciertamente tú, tú me ordenabas mi alma entregarte, inicuo,
induciéndome al amor, como si seguro todo para mí fuera.
Tú mismo ahora te retraes y tus dichos todos y hechos
que los vientos, incumplidos, se los lleven, y las nieblas aéreas, dejas.
Si tú olvidado te has, empero los dioses se acuerdan, se acuerda la Fe,
la cual, que a ti te pese pronto el hecho hará, tuyo.

L

De ayer, Licinio, en el día, ociosos,
mucho bromeamos en mis tablillas,
como convenía que fuera a unos chicos delicados.
Escribiendo versículos, cada uno de nosotros
bromeaba con un ritmo ora éste, ora esotro,
rindiendo su vez entre el juego y el vino,
y de allí salí, por tu gracia
encendido, Licinio, y tus donaires,
que ni, triste de mí, la comida me agradara
ni el sueño cubriera de quietud mis ojos,
sino por todo el lecho indómito de furor
diera vueltas deseando ver la luz
para contigo hablar y junto a ti estar.
Mas, agotados de fatiga mis miembros, después que
semimuertos en mi cama yacían,
este, alegre amigo, poema te hice,
por el que percibieras mi dolor.
Ahora, audaz guárdate de ser, y las preces nuestras,
te rogamos, guárdate de despreciar, ojillo mío,
no sus castigos Némesis te demande a ti.
Es una vehemente diosa: de herirla te guardarás.

13 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Pero la traducción es muy moderna no?

Xavier dijo...

divertidisim:
LVI Sorprendidos en el acto

pon dijo...

Novelones de amor en verso y latín. ¡Muy divertidas!

senses and nonsenses dijo...

joerr, con Catulo...
pues mira que el XVI o el XXI
sorprendido... me he quedado. (!!!)

un abrazo.

JB dijo...

Tão poeta o nosso catalão

Raúl Uribe dijo...

Excelente artículo. Sería un placer charlar contigo.

El Velvet de Cierto Pelo dijo...

Estupendo PJ. Y mira que se pueden aplicar a la actualidad con una facilidad pasmosa.

Justo dijo...

¡Está visto que no hay nada nuevo bajo el sol! Que siempre ha habido Juvencios, y Catulos, y pasiones no correspondidas, y deseos encendidos, y afán de venganza, y celos..

Pero con qué donaire lo cuenta, el jodío. Muy bueno, sí...

@ELBLOGDERIPLEY dijo...

¡Oyyyyy estos romanos! ¡I ara! "No toques a mi jovencito, deja a mi jovencito, y sorprendidos en el acto":-) Cony, el Cátulo, nen...Yo creo que entendía:-)
Petonets.

Capri c'est fini dijo...

Siempre me ha sorprendido lo "moderno" que eran estos romanos... tocaban todos los palos. Nunca es tarde para traerlos.

Un abrazo.

Madame X dijo...

Ay, este Catulo, que lo mismo se desesperaba por un efebo que por una voluptuosa dama.

Toda cultura del pasado nos parece tan ajena a nosotros, otra forma de sentir, de percibir, de amar... Y cuando leemos a este romano, nos damos cuenta que es idéntica nuestra condición humana.

Siempre atento al pasado y al presente, querido Pe-jota. ¿Cómo no va a ser un placer leerte?

Carlos Be dijo...

Bueno, qué digo, más de dos mil años y aún tanto prejuicio... ¿Cuánto más nos queda por delante? Que no sea mucho, por favor, si no que se detenga la existencia que yo me bajo.

Elías M. González Camacaro dijo...

Me encanta Catulo! que pena que en clase no me dan para traducir esos poemas... pero conociendo a Catulo... no me sorprende nada...