"Pequeña alma, blanda, errante.
Huésped y amiga del cuerpo
¿Dónde morarás ahora
Pálida, rígida, desnuda,
Incapaz de jugar como antes?"
Epitafio de Adriano, dedicado a Antinoo
Según parece jamás conoceremos la verdadera causa de la muerte de Antinoo, pero si podemos recrearnos en la belleza de un joven que hasta el día de hoy representa como nadie la belleza.
El emperador Adriano, nacido en Hispania en el seno de una familia de ascendencia romana con varias generaciones en la Península Ibérica, no sólo se preocupó por otorgar una mayor participación a las provincias en la vida cultural y militar del Imperio, sino que durante los veinte años de su mandato (117 a 138 dC) se producirá una revitalización del interés por la cultura griega, la cual siempre había perseguido el ideal de la belleza humana. Dicho interés será fomentado por el propio emperador quien en tan poco tiempo se desplazó a numerosos puntos de su Imperio, dedicando especial atención a la edificación de obras arquitectónicas y la restauración patrimonial de su adorada Atenas.
El año 117 dC, en uno de sus viajes, Adriano conocerá al joven bitino de nombre Antinoo "el que florece o renace", el cual le pareció la encarnación de la belleza. Entablándose entre ellos la relación clásica entre un erastés y un erómenos (la relación entre un hombre maduro y un joven adolescente, en la que el mayor era maestro y guía y el menor discípulo y compañero, y en la que había también un involucramiento amoroso y sexual), Antinoo y Adriano permanecieron juntos durante los siguientes años, hasta la misteriosa muerte, durante un viaje, del joven en el Nilo. Poco antes de su muerte había tenido lugar un hecho significativo, la caza del león, en el cual Antinoo adelantándose y acometiendo valerosa y virilmente a un león y dejando a Adriano el estacazo final habría demostrado a los presentes que se había convertido en un hombre. Este hecho marcaría la llegada a la edad adulta del joven y el fin de la pederastia, que probablemente precipitó los acontecimientos posteriores.
"Cediendo, como siempre, le prometí [a Antínoo] el papel principal en la caza del león. No podía seguir tratándolo como a un niño, y estaba orgulloso de su fuerza juvenil".
M. Yourcenar "Memorias de Adriano"
La caza del león puede ser considerada como un rito iniciático a la edad adulta, Antinoo estaba a punto de cumplir 20 años, en el cual ambos hombres habrían tomado conciencia del fin de una etapa.
"Antínoo y yo decidimos apostarnos cerca de una charca arenosa cubierta de juncos. Decíase que el león acudía allí a beber a la caída de la noche (...) El aire estaba pesado y tranquilo (...) Súbitamente, la bestia real apareció entre un frotar de juncos y volvió a nosotros su cara tan hermosa como terrible (...). Situado algo atrás, no tuve tiempo de retener a Antínoo que, dando imprudentemente rienda suelta a su caballo, lanzó su pica y sus dos jabalinas con suma destreza, pero demasiado cerca de la fiera. Herido en el cuello, el león se desplomó batiendo el suelo con la cola; la arena removida nos permitía apenas entrever una masa rugiente y confusa. De pronto el león se enderezó, concentrando sus fuerzas para saltar sobre el caballo y el caballero desarmados. Yo había previsto el riesgo, y por fortuna el caballo de Antínoo no se movió (...) Interpuse mi caballo exponiendo el flanco derecho (...) y no me resultó difícil rematar a la bestia herida ya de muerte".
M. Yourcenar "Memorias de Adriano"
No se puede obviar el hecho de que debido a la belleza y la personalidad melancólica y enigmática del joven, así como su discreción y fidelidad a Adriano no dejaron de levantar envidias y recelos en una Roma plagada de intrigas, lo cual nos puede hacer suponer que muchos aguardaban ese momento, en el que el adolescente se convertiría en hombre y debería alejarse de la corte, para dar lugar a un nuevo erómenos. Con lo cual algunos debieron respirar aliviados ante la trágica aparición de su cuerpo sin vida en la ribera del Nilo (aproximadamente sobre el año 130dC).
En cuanto a las posibles sospechas entorno a la emperatriz Sabina o los aspirantes a sucesores del emperador, estos no podrían haber considerado jamás al bitino como rival, pues no poseía ni el rango ni las características necesarias para acceder a tal puesto.
Adriano desgarrado por la desaparición de su amado entenderá su muerte como un sacrificio en pos de su bienestar, debido a las revueltas que se vivía en algunas zonas del Imperio y a sus incipientes problemas de salud, así como una obediencia al mandato divino, motivo por el cual ordenó momificar el cuerpo y según parece colocarlo en la tumba del antiguo faraón Ramsés II así como construir, en el sitio en donde fue encontrado el cuerpo, la ciudad de Antinoópolis. De regreso a Roma mandó construir un millar de bustos, estatuas y relieves para que conservaran la imagen del joven, y ordenó también acuñar monedas con el mismo fin.
Así glorificado en medio del desgarrador dolor del emperador, dolor que no ocultaba ni a propios ni a extraños, Antinoo permanecerá vivo en el recuerdo de Roma y continuará generando manifestaciones artísticas hasta nuestros días, convirtiéndose en el perfecto joven kuorós, un canon tan real como ideal a la vez. Lampiño de mirada melancólica, perfil griego y largos cabellos, Antinoo representado como un eterno adolescente depositario de los atributos de divinidades relacionadas con la regeneración: Dioniso y Apolo, Osiris o Hermes.
+ Información :
http://huespedes.cica.es/aliens/gittcus/antinoo
http://www.antinoos.info/antinoos.htm