Era una cálida tarde de junio de 1931, William Lygon, el 7 º conde de Beauchamp, de 59 años de edad, dormitaba en una silla en el Jardín del foso de Madresfield Manor. El bordado que acababa de terminar había caído en su regazo. Podía oír, justo detrás de él, las uvas verdes golpeando contra las ventanas por efecto de la la brisa. El goteo del agua en el viejo pozo de hierro, que llevaba el lema de su familia "Fortuna mea est en Bello Campo" (Mi fortuna está en el campo de batalla), y las palomas que se arrullaban bajo los arcos en forma de trébol del palomar, adosado al muro de la capilla, en cuyas piedra estaba tallada el dicho, "Ubi aves IBI Angeli " Dónde hay pájaros hay ángeles.
Cuando se oyó como se cerraban las cuatro puertas de un coche. Tres hombres vestidos formalmente cruzaron el puente del foso y entraron en el patio. De su solemnidad se desprendía que la visita no era de placer. El ultimátum del que eran portadores destrozaría a los Lygons.
Bradford, el mayordomo, introdujo a los tres Caballeros de la Jarretera en el salón a la espera del Conde de Beauchamp. William dejó el Jardín del foso y se unió a los visitantes, todos conocidos de él. El Señor Stanmore explicó con tono grave que habían sido enviados a petición de "la más alta autoridad del reino". Su Majestad había sido informado por Hugh Richard Arthur Grosvenor, 2º Duque de Westminster, y cuñado de William, de las pruebas que tenían sobre las indecentes relaciones de William y un cierto número de hombres.
Madresfield Manor
Cuando el rey George V escuchó los alegatos, supuestamente murmuró: "Pensé que como hombres se suicidarían." No había ninguna duda de que Westminster expondría las pruebas sobre William a la prensa. Según la Constitución, un par tenía derecho a ser juzgado por sus pares en la Cámara de los Lores. Sin embargo, la idea de que tal juicio, en el que la prostitución masculina sería citado y la lectura de cartas de amor tenían tan horrorizado al rey que este había decidido intervenir.
La Cámara de los Lores ya era vista por muchos como un lugar de ocio y privilegio y se pedía su abolición, lo que menos necesitaban era otro escándalo que acabara por socavar su reputación. Por otra parte, William era amigo del Rey y había llevado la Espada del Estado en su coronación y durante más de una década había servido como mayordomo de la casa real. Simplemente estaba demasiado cerca de la Familia Real para ser un asunto cómodo. Para contener la crisis, los tres caballeros fueron enviados a fin de convencer a William de que renunciara a todos sus cargos oficiales y se marchara de Inglaterra antes de la medianoche.
Madresfield Manor
Una vez que los enviados había dejado Madresfield, William revisó sus opciones. Sabía que Bend'or (hermano de su esposa Leticia) sería capaz de presentar un recurso pero no estaba preparado para ver a sus hijos como testigos en un caso de homosexualidad.
Los únicos miembros de su familia que estaban en la casa eran su hija de Sibell 23 años de edad, y su hermana menor Dorothy de 18. Hombre prevenido, la condesa se hallaba en la propiedad de su hermano en Cheshire, su hijo Dickie estaba en la escuela, Lettice recién casada vivía en Herefordshire con su marido; Maimie estaba disfrutando de una temporada en Londres, Hugo fue a su granja en Clevelode, cerca de Malvern y el vizconde Elmley , el hijo mayor, estaba en su circunscripción de Norfolk.
La familia Beaucham (1925) de izda a dcha: Coote, Maimie, Sibell, Letice, Lady Beaucham, Lord Beaucham (7th Earl), Elmley, Hugh (modelo para Sebastian) y Dickie
Como era habitual, a las 8 pm, William asistió a las oraciones en la capilla, junto con sus hijas, su invitado Hamish St Clair Erskine, y el personal de servicio. Durante la cena, en la gran sala, explicó la situación a sus hijas, para horror de estas la única salida que les ofrece es el suicidio. Su muerte, les aseguró, no se llevaría a cabo en Inglaterra y, por el honor de la familia, se vería como un accidente.
Tenía la intención de tomar el barco, durante la noche, para el continente y viajar a la localidad alemana de Wiesbaden, donde tomaría una sobredosis de un somnífero. Aunque Sibell y Dorothy hicieron todo lo posible para disuadirlo, supervisó la preparación del equipaje asegurándose de poner £ 1.000 en efectivo en su cartera. Trazó una línea en tinta negra a través de una página del libro de visitas, y se predispuso a abandonar a su familia y a su amado Madresfield.
En su primera noche en Wiesbaden, William se llevó un vaso de oporto envenenado a los labios, pero el médico de guardia se lo impidió apoderándose de la vaso. Con el paso del tiempo fue abandonando los pensamientos suicidas. Fortalecido por el descanso y la reflexión, decidió permanecer en el continente hasta que, como él pensaba, la orden de detención fuera levantada y pudiera volver casa.
Mientras tanto, sus hijos, temiendo por la vida de su padre deciden iniciar una rotación, a fin de que siempre uno de ellos acompañara a su padre en todo momento. Al final, la demostración de amor y el apoyo de Hugo lo convenció de abandonar cualquier idea suicida.
Walmer Castle
El desenmascaramiento de William había tardado bastante en producirse. Desde mediados de la década de 1920, habían circulado rumores sobre las fiestas de carácter homosexual en Walmer con la asistencia de jóvenes de la localidad, pescadores al servicio del conde e invitados. Sin embargo, su ruina comenzó en Australia. En agosto de 1930, William se había embarcado en un viaje alrededor del mundo. Recibió una abrumadora bienvenida en Sydney y se mantuvo durante dos meses, acompañado de un sirviente de Madresfield y un joven diputado liberal, Robert Bernays, el cual le servía de asistente redactándole los discursos. Dio bastante que hablar la vida de William en Sydney, donde tenía fama de disfrutar de una vida sexual "variada". El conde y su ayuda de cámara compartía un piso no como amo y criado, sino como amantes, algo que no pasó desapercibido. Sus anfitriones comunicaron a Robert Bernays, con motivo de una visita a Camberra, que el servicio de William no sería recibido.
El incidente trascendió a toda la sociedad de Londinense y Bend'or, su cuñado, contrató detectives para reunir más pruebas. William había incumplido el Undécimo Mandamiento, tan querido por los de su clase: "Thou Shalt Not Get Caught".
Al igual que Lady Aberconway, a Bend'or nunca le había gustado William. El deportista mujeriego y el esteta bisexuales tenían poco en común. Bend'or estaba furioso, un hombre que era "nada más que un fatuo, mimado, playboy envejecido". A pesar de tres matrimonios, y que se casaría por cuarta vez, que había engendrado sólo un heredero varón y William tres. Cuando Edward Grosvenor, el hijo de Bend'or, tenía sólo cinco años, su padre insistió para que fuera de caza, a pesar de las quejas del niño y de los dolores de estómago. Edward murió de peritonitis mientras estaba en el campo. Horrorizada su esposa le abandonó. En 1931, Loelia Ponsonby su tercera esposa, afirmó que se emborrachaba cada noche y que le fue infiel: sin embargo, mientras él disfrutaba de la libertad sexual, esperaba los más altos estándares de decoro de quienes lo rodeaban, especialmente su familia. En lo que se refiere a las mujeres, Bend'or consideraba que su mujer era una mojigata y que sufría de abrumadores ataques de los celos. Y fruncía el ceño ante cualquier comentario sobre sus relaciones "irregulares", puros cuentos y chistes obscenos, en cuanto a la homosexualidad lo irritaba sobremanera.
Las acciones de Bend'or, lejos de proteger a su hermana y a sus sobrinos, los puso en el centro de atención. En la primavera de 1931, tres meses antes de la visita de los tres caballeros a Madresfield, Bend'or había llamado a la condesa y, en presencia de tres abogados presentó las pruebas sin haberla advertido con anterioridad y le recomendó que se fuera Madresfield de inmediato con sus hijos, cuyas edades oscilaban entre los 14 y los 28, y que iniciara el proceso de divorcio.
La condesa, que siempre había sido una mujer un poco obtusa y sobreprotegida, estaba en estado de shock y fue fácilmente influenciada por su hermano. Avergonzada y humillada, se sintió obligada a incluir una declaración en las columnas de sociedad reconociendo que estaba bien, pero que ya no vivía con su marido. Algo totalmente contrario a la notificación periodística, según la cual sufrió una crisis nerviosa y tuvo que guardar cama en la finca de su hermano en Cheshire.
Bend'or también instruyó a sus sobrinos para que declararan contra su padre. Se negaron. Todos los hijos de William estaban junto a él. Bend'or era ahora su mayor enemigo, cualquier persona que confraternizase con William Lygon sería perseguido por él. Como una floritura final, le escribió una corta carta a William: "Querido cuñado, tienes lo que mereces, El campo de batalla esta definido. Atentamente, Westminster."
Sibell, que se había convertido en una joven mujer de mundo, convenció a su amante, lord Beaverbrook, para que tomara medidas. El magnate de la prensa canadiense controlaba el grupo de periódicos Express y había sido ministro de Información durante la Primera Guerra Mundial. Como el magistral manipulador que era , no sólo suprimió la historia durante todo ese año en sus propios periódicos, sino que se aseguró que no apareciera en el resto. Los hijos de William se mantuvieron en total silencio respecto a los asuntos de su padre y aislados de la sociedad, cerrando filas.
Durante el verano de 1931, antes de la visita de los miembros de la Orden Jarretera, habían tenido lugar negociaciones clandestinas entre la Universidad de Londres, donde William había sido canciller, la oficina del Primer Ministro y el Palacio de Buckingham. William sabía que su cuñado le perseguía y que era sólo cuestión de tiempo antes de que sus aventuras sexuales salieran a la luz. En previsión de su caída, se hicieron considerables esfuerzos para librarle discretamente de sus compromisos profesionales. El 14 de mayo de 1931, un especialista de Harley Street había escrito al director de la universidad, Sir Edwin Deller, excusando al conde de "en lo posible de todo trabajo, al menos hasta el final de las negociaciones". " Poco después, William estuvo recuperándose en Bad Nauheim, cerca de Frankfurt.
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A los pocos días de su partida, sus coetáneos comentaban que el "excéntrico" Beauchamp había ido al extranjero "para tomar unos baños de barro", un eufemismo para un exilio a lo Wilde. Se intercambiaron jocosas anécdotas en los salones tanto por arriba como por abajo (upstairs, downstairs).
Muchos años más tarde Dorothy, conocida como Coote, al ser preguntada sobre la homosexualidad de su padre y si su madre, Lady Beauchamp, se había visto profundamente afectado al enterarse de los deslices de su marido, respondió que no, su madre era muy simple y nunca entendió lo que significaba la homosexualidad. De hecho, aunque desconociendo los detalles, la condesa había sospechado que los deseos de su marido "eran algo contrario a lo que es natural".
Diana Mosley, que estaba cerca de los Beauchamps, observó el desarrollo de la historia, y recordó un fuerte contraste en las actitudes de las diferentes generaciones. Aunque la homosexualidad de William era conocido entre muchos de los de la generación de sus padres, la señora Beauchamp prefirió no darse cuenta, y el padre de Diana Mosley se negó incluso a hablar de ello. Sin embargo, toda nuestra generación, los más jóvenes estaban completamente al lado del Señor Beauchamp. Lo que impresionó a Diana Mosley, fue la fuerza y el apoyo de los hijos del Conde, los cuales le apoyaron sin fisuras, incondicionalmente, sin vacilaciones.
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William había descubierta su verdadera inclinación sexual por el tiempo de su llegada a Oxford, sintiéndose siempre incómodo con su estricta educación cristiana. Durante su adolescencia había sufrido una serie de misteriosas dolencias, durante las cuales había interrumpido su correspondencia con su hermana Mary, su confidente. Durante largos periodos se escapaba a Brighton. En una carta dirigida a él su hermana, Susan, le comentó a su regreso a Oxford, después de Navidad "padeces un tipo muy curioso de enfermedad". Por otra parte su título nobiliario y las responsabilidades que comportaba podían ser una carga para él, por lo que buscaba relajarse en el East End realizando trabajos de ayuda a los pobres, lo cual le habría servido de pretexto para su exploración de la vida homosexual en las Molly House.
Mirando hacia atrás a los tiempos en la Casa del Gobernador de Nueva Gales del Sur, William, tenía todas las características de un esteta homosexual, características que no pasaron desapercibidos para Víctor J. Daley, del Australian Star. Describió una noche en la Casa del Gobernador, en la que "la característica más llamativa de la vice-ménage real es la juventud de sus miembros. Es posible que, quizás, me imagino que él trabaja allí de día, y se va a otro lugar a dormir. El séquito de William estaba compuesta por "lacayos de mejillas rosadas, vestidos con libreas leonadas, profusamente decorados en plata y brocado rojo, con muchos cordones colgando de los festones de sus anchos hombros, .... estaban en las puerta, y se inclinaban a nuestro paso? ... Señor Beauchamp merece gran crédito por su gusto en hombres corrientes.
A finales de junio de 1931, William eligió el exilio y comenzó la vida de un fugitivo de la justicia. Tras su estancia en Wiesbaden, pasaría unas semanas en París luego Venecia, Roma o Sydney. Preocupados por sus hijos, William estableció un calendario según el cual escribía cada domingo a uno de sus hijos, comenzando con su hija Leticia. Pidió que compartiesen sus cartas con los otros. Siempre sensible a las necesidades de sus hijos, añadió que "si había algo privado que decirle a alguno, esto se incluiría en la misma carta pero por separado".
En los próximos años, William buscarán la dulce lluvia de París, las grietas en las rocas de la Bahía de Sydney, los valles secretos de San Francisco y las aguas de Venecia, en un viaje casi incesante entre las cuatro ciudades del mundo con fama de tolerar a la comunidad homosexual.
Dondequiera que fuera siempre le acompañaban sus bordados, no sólo había estudiado la historia y las técnicas del bordado, en particular la del crewelwork Inglés, en el cual encontró una diversión además de una manera de relajar su atormentada mente. Completó casi dos docenas de Bargellos Florentinos para las sillas del comedor de Madresfield.
Donde William más tranquilo se encontraría fue en Sydney, donde sus amigos permanecen a su lado, lo cual le tienta a comprar una casa para residir de forma permanente. Su segundo hijo Hugh, cuya reciente quiebra económica había sido enjugada con un pago de su padre, salió hacia Sydney para lamer sus heridas. William cree que eso nunca hubiera pasado si él hubiera sabido las circunstancias. Hugh era su favorito: según Rosalind Morrison, la sobrina de Hugh, William tenía la intención de dejar Madresfield a él y no a su primogénito, Elmley.
Hugh Lygon
Padre e hijo pasaron juntos días alegres en Darling Point, Sydney, tal como se relata en una carta de William a Sibell en julio de 1933. Se cayó en una rutina. William se levantó a las 6:30 h. y nadó en la piscina. Luego leía los periódicos, a menudo en la habitación de Hugh, y luego, después de haberse vestido y desayunado, se iba a Sydney para un masaje y tomar una copa en el club con los amigos, antes de regresar para la comida (nunca solo) a la 1pm " . Por la tarde, navegaban en el Bondi Beach, jugaban al tenis antes de la cena, a las 6.45 pm, y si había algo interesante iban a Sydney y si no se acostaban a las 11pm.
Según Sibell, nunca se quejó, nunca se menciona a Bend'or de nuevo. Mientras que William mantiene comunicación con sus hijos por correo y prevé su próxima visita, Lady Beauchamp de regreso en Inglaterra vivirá aislada. Alejada de todos sus hijos, salvo de Dickie, llevaba una existencia miserable: sola, confundida, enferma y esclava de su hermano. Los hijos Lady Beauchamp nunca hicieron las paces con ella, murió en 1936, cinco años después de la marcha de William. Tenía sólo 59.
En el momento de la muerte de su madre, Hugh, de 31 años, era un alcohólico de luchaba contra su propia homosexualidad. Mientras Dorothy y Sibell siempre negaban la inclinación sexual de su hermano, tal vez era más de lo que podían soportar, mientras observaban sufrir a su padre, amigos y parientes más lejanos sabían lo contrario. Desde que se graduó en Oxford, (periodo en el que se supone que fue amante de Evelyn Waugh, autor de Retorno a Brideshead) había luchado por encontrar un papel para sí mismo y se había hundido en la melancolía.
Angustiado tras el funeral de su madre, se fue de vacaciones a Alemania con su amigo el artista Henry Wynn. El 19 de agosto de 1936 era un domingo caluroso, cuando tras haber atravesado la campiña en un descapotable, llegaron al atardecer a Rothenburg, en Baviera. Cuando Hugh bajó del coche cayó desvanecido por un golpe de calor y se fracturó el cráneo contra la acera.
Desesperado por llegar hasta su hijo enfermo, William fletó un avión y viajó con Dorothy y Sibell. Era demasiado tarde. Hugh nunca recuperó el conocimiento y murió a los tres días. William estaba fuera de sí de dolor: él "sentía que tenía que llevarse a su hijo a casa ... se sentía destrozado". A pesar del riesgo de prisión, decidió regresar a Madresfield para el funeral. Como medida de precaución un Tiger Moth perteneciente a uno de los amigos de Hugh estaba esperándole para escapar en caso de necesidad.
William era consciente de que, una vez más, la proverbial Sibell había intervenido y a través de Beaverbrook logró que Lord Simon levantara la orden de detención contra su padre y que el corazón de piedra Lord Simon se sintiera misericordiosamente conmovido hacia Beauchamp. La orden fue suspendido y posteriormente anulada. A su llegada en Ostende junto a su padre y su hermana, Sibell recibió un telegrama de Beaverbrook que decía, "seguridad para su padre en tierra. "
Si bien la situación legal era todavía incierta, después del funeral William, residió en Madresfield tan sólo seis días. La primavera siguiente, poco después de la coronación de George VI, el abogado de William, Sir Norman Birkett, escribió a las autoridades. Tal vez su cliente podría ahora oficialmente regreso a Inglaterra. Si fuera detenido Birkett le defendería de todos los cargos y confiaba en ganar. Los cargos fueron finalmente retirados.
El regreso oficial de William fue registrado en el libro de visitas en negro con su firma y la fecha: Beauchamp 19.VII.37. Pocos días después de su regreso, todavía furioso con su esposa, que se habían puesto de acuerdo con su hermano y destruyó la familia, pintó con cal la pintura al fresco de la capilla que tenía su imagen pintada, y que había sido originalmente concebido como una celebración de su vida familiar. Su busto de mármol fue arrojado al foso.
En el otoño de 1938, William se encontraba en Nueva York asistiendo a una reunión de la familia Ligon (la rama americana), cuando cayó gravemente enfermo. Elmley consiguió llegar a Nueva York el 15 de noviembre de 1938, en el hotel Waldorf Astoria, con Dorothy a su lado, William murió. Sus últimas palabras fueron: "¿Hay que comer con el Elmley esta noche?"
Sibell Lygons la menos aprensiva acerca de la homosexualidad de su padre, sobrevivió a sus seis hermanos. Poco antes de su muerte, cuando se les preguntó sobre lo que esperaba de un libro sobre su familia respondió: "Sólo la verdad. Era un hombre muy agradable y cuidó siempre de sus hijos. Mi madre fue su gran error y tal vez porque era homosexual se equivocó en el matrimonio. " ¿Y cuál es el recuerdo más imborrable de su padre de lo que había enseñado a sus hijos? 'Tolerancia. Siempre la tolerancia ".
Evelyn Waugh con Lady Mary y Dorothy Lygon y Mrs T. Lea
Extractos de 'Madresfield: The Real Brideshead' de Jane Mulvagh
Traducción propia.
+ Información
qué pasada de post, para saborearlo poco a poco, hay partes que he leído entrelíneas. y cuánto daño nos ha hecho el catolicismo...
ResponderEliminarasí que la historia más apasionante es la de Lord Beauchamp, que tpc estaba mal Laurence Olivier en Venecia. y mucho más interesante nuestro Sebastian que el real Hugh Lygon.
un trabajo completísimo con el post anterior.
un abrazo.
qué pasada de post, para saborearlo poco a poco, hay partes que he leído entrelíneas. y cuánto daño nos ha hecho el catolicismo...
ResponderEliminarasí que la historia más apasionante es la de Lord Beauchamp, que tpc estaba mal Laurence Olivier en Venecia. y mucho más interesante nuestro Sebastian que el real Hugh Lygon.
un trabajo completísimo con el post anterior.
un abrazo.
Um regalo! Parabéns pelo trabalho!!!
ResponderEliminarOye yo no entiendo como puedes, después de tanto tiempo seguirme sorprendiendo.
ResponderEliminarChingada madre!
Leo y reniego del porque y de los tiempos!
Así, volar es un placer, dichosos los seres alados.
2046
Maravilloso relato. Efectivamente es la lucha entre la Familia y la Libertad. Cómo conjugar ser tu mismo y que los demás te respeten. Cuando estás metido en ese maremagnum llamado hight society es muy difícil que no te critiquen.
ResponderEliminarMenuda currada de entrada; la he leído con la boca abierta y se me ha hecho un suspiro. La realidad siempre supera a la ficción, es increíble.
ResponderEliminarDebió ser terrible la muerte del único hijo ke lo respetaba, pero en general, menuda vida tan dura.
Vaya historia. Aunque no dejaba de cruzarme la cabeza, cuantos humildes seran victimas de su vida, como él fue de su cuñado. "los lacayos".
ResponderEliminarTrabajando el campo, o de sirviente, no se tienen tantas conspiraciones, ni tantas salidas.
Me cabrea un poco este tipo
Esta no es una entrada cualquiera p-jota.
ResponderEliminarEs una lectura para leérsela poco a poco y saborearla más a fondo.
Extremadamente apasionante.
Si alguna vez publicas algún libro sobre el tema, tal y como escribes tu, sería una joya en mi biblioteca.
_Pero si el libro ya está escrito.
_Bueno, pero nunca nadie tiene la última palabra, y además, nadie lo haría con el punto de vista desde el que escribes tu.
Un abrazo.
Que retorçades que arribaven a ser aquestes nobles famílies angleses, per no parlar de la classe social i política d’aquella època.
ResponderEliminarImaginat tot el que mai arribarem a saber de tan nobles “curses de llits”, jocs de salons i sortides campestres.
¿ No t’has preguntat mai per que volien mansions tan desmesuradament grans ?.
La part que mes m’agrada’t i emocionat es la ultima pregunta amb resposta, i que voldria que els meus fills poguessin dir un dia de mi:
¿Y cuál es el recuerdo más imborrable de su padre de lo que había enseñado a sus hijos? 'Tolerancia. Siempre la tolerancia”.
Gozada enorme leerte
ResponderEliminarGracias
Lo he leído en dos días, mucho más interesante la familia auténtica, muy tolerantes pero también con un poso de tele-novela los ingleses para la época que es completamente entendible. Qué vidas más difíciles, no se si eran del todo felices. Las fotos de William, qué zapatos y qué trajes de época...
ResponderEliminarMe encantó.
Petonets.
Me encantan este clásico de tu blog, el historión que nos recuerda que la vida, aún favoreciéndote en algunos aspectos, siempre tiene sus espinas. Me lo leo como culebrón de sábado.
ResponderEliminarQué barbaridad, chico, por fin he encontrado tiempo para leerlo con detenimiento. Fabuloso. Gracias!
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