Marlon Brando hizo de la seducción su forma de vida, gracias a un
magnetismo sexual que no distinguía géneros. Mantuvo una relación de
carácter edípica con su madre que sería el origen de su forma compulsiva
de amar y de vivir. Con 20 años abandonó su Omaha natal y conquistó
Hollywood a los 30 gracias a "Un tranvía llamado deseo". Darwin Porter
repasa en "Brando unzipped" la vida de este actor que dejó un camino
sembrado de corazones rotos, dormitorios vencidos e impresionantes
interpretaciones.
Una tarde de mayo de 1943, Brando con 19 años, llegó a la Penn Station de Manhattan llevando un sombrero de fieltro de color cereza sabiendo que era diferente a los demás actores además de estar seguro de que las multitudes lo aclamarían. Años después declararía que "quería patear el culo de Nueva York".
Brando era el perfecto narcisista seguro de su impresionante físico, cosa que pudo constatar en las miradas de los hombres con los que coincidió en los urinarios de la estación. Su rostro mantenía deliberadamente una expresión hostil, producto de su conciencia sobre del magnetismo sexual que ejercía sobre las mujeres y los hombres.
Mientras se abría camino en los territorios teatrales del off Broadway, se dedicó a realizar chapuzas: camarero en un restaurante de Bleeker Street, ayudante de un vendedor de sándwiches en la Quinta Avenida, reponedor en unos grandes almacenes o vendedor de limonada en Central Park. Cuando logró reunir algún dinero se matriculó en los cursos de teatro del New School for Social Research dirigidos por el refugiado alemán Erwin Piscator, quien según su biógrafo Darwin Porter, le presentaría a Einstein. Años después declararía que "Albert y yo teníamos mucho en común. Los dos nos tiramos a Marilyn Monroe; pero creo que él era mejor que yo en ese aspecto". Uno de los alumnos de Piscator, Walter Matthau, llegó a decir que Marlon quería ser actor para "tirarse a todo el mundo". Lo dijo porque antes de convertirse en actor, se hizo un cuadro de trofeos que habría envidiado el mismísimo Giacomo Casanova.
Cuando por azar entró en la cafetería Hector´s, en la esquina de la Cuarta con la Séptima, un escritor aún en ciernes llamado Norman Mailer le presentó a su colega negro James Baldwin. Era el primer encuentro de este trío que estaban a punto de convertirse en auténticas celebridades. James Badwin se convirtió en el primer amante masculino cobrado en Nueva York de un Adonis asilvestrado cuya polimorfa sexualidad nace en su adolescencia, cuando su madre, una actriz alcoholizada cuya mayor fortuna había sido ser amante de Henry Fonda, le toleró la rebeldía mayúscula del incesto como culminación de una historia edípica.
La novedad que aportaba Baldwin a su palmarés no era que fuera hombre, sino que fuera negro; porque Marlon ya se había hecho notar en la academia militar de Shattuck por sus amores con un adolescente de belleza femenina y luminosa llamado Steve Gilmore, que acabó derramando lágrimas amargas cuando supo que en sólo un año, mientras se acostaba con él, Brando había seducido a 28 mujeres. Cuando Duke, su novia de entonces, sorprendió a Marlon sodomizando a Steve sufrió una crisis de histeria. Era el primer corazón roto de una larga lista.
El Group Theatre era el precedente del célebre Actor´s Studio y el semillero del star system. Con el famoso Método del ruso Constantin Stanislawsky, formó a dos hornadas de estrellas. Allí conoció Brando a la profesora Stella Adler, quien inmediatamente supo que su alumno era "un genio en estado bruto, un vagabundo de Nebraska cuyo magnetismo era tan poderoso que era imposible no excitarse en su presencia". Marlon había encontrado a su mamá y pudo hacer con ella todo lo que no se atrevió a hacer con su madre. Su primera mujer, Anna Kashfi, afirmaría que la sexualidad de Marlon consistía en "dejar libre todos los deseos reprimidos hacia su madre". Stella quiso seducirlo para su hija Ellen, pero Brando se abandonaba alternativamente en los brazos de madre e hija.
Según su biógrafo Darwin Porter, como era adepto a las fugaces ceremonias con desconocidas y malvivía de algunas chapuzas, "se veía obligado a robar las bragas de sus amantes eventuales para vestirlas él mismo, porque era más asequible que lavar su propia ropa interior. Así se extendió el rumor que de que era un travestí". Nada de eso, sólo un pobre muerto de hambre. Su patrimonio se reducía a algunas camisetas y jeans, un traje oscuro, un magnetófono, un pequeño piano transportable y un tam-tam. Su suerte empezó a cambiar en 1943, cuando debutó en la escena neo-yorquina en un pequeño papel del Saint Joan de Bernard Shaw. Era brillante en escena y de una presencia fascinante que no pudo resistir el dramaturgo Clifford Odets, amigo de Chaplin y de Einstein y amante de Cary Grant; pero también de Fay Wray, a quien había logrado arrancar de los brazos de Howard Hughes y de King Kong. Odets fue uno de los hombres de su vida.
Otro sería el actor Wally Cox, a cuya cama recurría siempre que no tuviera otra a la que acudir. Murió en 1973 dejando a Marlon en una profunda soledad: "No tengo palabras", confesó a un periodista, "para decir hasta qué punto me falta ese hombre y hasta qué punto lo amaba".
"Marlon Brando cena en soledad, a la luz de las velas. Frente a él está la urna con las cenizas del hombre al que más amó. Marlon Brando habla solo, haciéndose preguntas y respondiéndose a sí mismo con la voz del compañero muerto".
El amor con ambos duró lo que les duró la vida y en la convulsa vida sentimental de Brando, sólo ellos y Marilyn fueron suelo firme.
A Marilyn la había conocido en un bar de la Octava Avenida, cuando ambos se buscaban la vida en las calles de la Nueva York. Marlon le ofreció 15 dólares por una noche de amor. De ser cierto, este dato apuntado por Porter, revelaría una ocupación de Marilyn que no recoge en ninguna de sus biografías. ¿Vendió Norma Jean sus encantos por las calles de Nueva York?. La respuesta de Porter es que "parece completamente posible".
Cuando a los 20 años el joven Marlon estaba lo bastante maduro para representar un papel en "I Remember Mama", una producción de Rodgers y Hammerstein, sopló el viento de popa. Tras la representación, alguien llamó a su camerino y el actor se topó con el rostro familiar de una actriz cuya ambigüedad sexual sólo era comprable a la de Brando: Marlene Dietrich. Ante el pasmo del homenajeado, ella se arrodilló, metió la mano en su boxer y por un rato se convirtió en lo que él llamaría después "la más perfecta pipa del mundo". Después de su ofrenda, la actriz se presentó: "Perdóneme señor Brando, soy Marlene Dietrich y he admirado mucho su representación de esta noche". Desde ese acto inaugural ella, 23 años mayor que él, lo invitaba a cenar y le urgía a terminar pronto el postre "sin dejar ni una miga. Vas a necesitar mucha fuerza para las pequeñas distracciones que he previsto para nosotros esta noche".
También Montgomery Clift lo admiró en "I Remember Mama" y comenzó una "amitié amoureuse" breve e intensa. Los críticos comparaban su manera de actuar y a ambos se les pedían papeles de tipos torturados; pero Monty siempre seguía un acercamiento intelectual al personaje; Brando era más instintivo, como quedaría demostrado en el papel de Stanley Kowalsky en "Un tranvía llamado deseo". Su relación amorosa fue más breve que su amistad, ya que Brando no soportaba las depresiones de su amigo. Monty se culpabilizaba de sus tendencias homosexuales, mientras para Brando cualquier tipo de sexo era un gozo. Antes incluso de enfriarse la pasión, Brando compatibilizaba a su amigo maniaco-depresivo con Doris Duke, la mujer más rica del mundo.
Brando tuvo tiempo también para frecuentar las sábanas de seda de Leonard Bernstein, el compositor de West Side Story. A esa obra llegó tarde el joven Brando, pero no a Antígona, que le valió el aplauso de uno de los grandes actores ingléses shakesperianos, lSir Lawrence Olivier. Se presentó en su camerino diciendo: "Qué maravilla de representación. Soy el que se ha casado con Scarlett O’Hara".
Vivien Leigh, Marlon Brando, Kim Hunter, Karl Malden, en el set de "Un tranvía llamado deseo" (1951)
El refinado inglés estaba tan fascinado por el joven americano, que pronto expulsó a Vivien Leigh de su lecho para dejar sitio a Brando. Cuando Vivien supo de la relación existente entre su esposo y Brando, no hubo reproches, con flema británica se limitó a decir: "¿Marlon Brando?, yo debería probarlo también". Ignoraba que un año después tendría al actor a su lado cuando coincidieron en "Un tranvía llamado deseo". Durante meses Marlon estuvo saltando de la cama del uno a la de la otra. Muchos años después, Brando le quitaría a Olivier el papel de Don Corleone en El Padrino. Aquel 1973 le quitó también el Óscar para el que estaba nominado Olivier por su papel en "La huella". Brando, como Moby Dick, era un depredador inocente. A Burt Lancaster, que tenía una historia con Shelley Winters, le birló tanto el papel de Kowalsky en Un tranvía... como la amante.
Lancaster no maldijo su suerte, ya que disfrutó durante varios meses del cuerpo de su irresistible burlador. Al conocer la relación, una amiga común dijo: "No hay sobre la tierra dos hombres tan bellos, se merecen el uno al otro". Marlon, como había hecho con Monty Clift, Olivier o Cary Grant, en lugar de mostrarse agresivo con los actores con los que tenía que competir, intentaba seducirlos. Shelley Winters era, desde luego, una seductora de primera, en su curriculum figuraron, además de Lancaster, Sean Connery, Robert de Niro, Howard Hughes, Dylan Thomas, Clark Gable o Errol Flynn, sin agotar ni de lejos el inventario. Ella y Brando eran tal para cual y, fueron amigos vitalicios.
"Un tranvía llamado deseo" marca un antes y un después en su carrera. Antes era un pobre diablo; después, el actor más halagado del mundo. No necesitó su fama para consumar un sueño adolescente. Se había enamorado de Verónica Lake cuando vio caer, en "Vuelo de águilas", la maravillosa catarata de sus cabellos sobre su cara perfecta. Cuando se topó con ella la aguantó 10 días: casi un récord porque la mayor parte de sus amantes le duraban apenas una noche. Brando valoró en ella su afición excesiva al sexo con alcohol. Las orgías de Greenwich Village no tenían para ella nada de original porque se había acostumbrado en los primeros 40 a las de Hollywood, en donde sedujo a Gary Cooper, Howard Hughes o el play boy Porfirio Rubirosa. Confesó a Brando que Onassis era el hombre que más orgasmos le había arrancado en una noche. Años después diría que el más tierno de sus amantes había sido Brando.
Años después cuando el actor supo que, para vivir, ella servía copas en un bar de Manhattan, le hizo llegar un cheque de 1.000 dólares que Verónica enmarcó en su salón en recuerdo de los buenos tiempos. Por entonces, Brando andaba enredado con Hedy Lamarr en la relación más tórrida de su vida. Era la primera actriz que se había desnudado en pantalla en Hollywood y cultivaba la leyenda de haberse acostado con Hitler y con Mussolini. A Brando, un progresista enfeudado a la izquierda radical americana, le resultó excitante ocupar los lugares que habían ocupado aquellos dictadores.
Después de incorporar a su lista interminable de amantes los nombres de Ingrid Bergman y Bette Davis, con Joan Crawford sufrió el primer gatillazo de su vida. Debió de asustarse tanto que se fue a París. De la mano de Roger Vadim, el hombre que se casó con Brigitte Bardot, Catherine Deneuve y Jane Fonda, frecuentó los bistrots del Barrio Latino, en donde conoció a Camus, de Beauvoir y Sartre. Junto a Boris Vian, los vieron quemar París en noches largas de alcohol, cocaína y mujeres bonitas como Juliette Greco.
Su mejor conquista en París fueron los actores Christian Marquand y Daniel Gélin, que habían sido introducidos en el sexo de los filósofos antiguos por Jean Cocteau. Marlon hacía el amor con Christian a la hora de la siesta y con Daniel por la noche. Truman Capote más de una vez vio al trío y le dijo a Tennessee Williams: "Eran tan jóvenes, tan bellos y tan incapaces de disimular su amor, que me conmovían". Cuando, en 2002, supo de la muerte de Daniel, Brando dijo: "Sólo he amado a tres hombres en mi vida: Wally Cox, Christian y Daniel. Todos los demás fueron barcos que pasaron en la noche". Por una ironía del azar, fue la hija ilegítima de Daniel, Maria Schneider, quien le dio la réplica en "El último tango en París".
Acaso uno de sus más tristes episodios amorosos fue el que protagonizó con la delicada y romántica virgen italiana Pier Angeli. Paseando de noche por los foros romanos, tomó su cuerpo al asalto. Tras la violación, ella le escribió: "Después de lo de esta noche, sólo te pertenezco a ti. Vamos a casarnos". Marlon salió huyendo de Roma. Otras vírgenes y otros problemas le esperaban. Pier conquistaría la fama en Hollywood, rompería el corazón de James Dean y sería amada por otros antes de suicidarse en su casa californiana. Pero esa es otra historia.
La de Brando terminó en un hospital a los ochenta años. Terriblemente obeso y deprimido, tras el suicidio de su hija Cheyenne y la muerte de sus amigos íntimos, en su última década fue un símbolo de una época que iba llegando a su fin. Casado tres veces, tuvo cinco hijos; adoptó cuatro y de su ama de llaves tuvo tres más. Ganó dos Óscars, creó en más 40 películas una fauna inolvidable en la mitología del cine e hizo de su vida un desafío a todos los tabúes. "Soy yo mismo", dijo en cierta ocasión, "y si tengo que darme cabezazos contra una pared para seguir siendo yo mismo, lo haré".
Pedazo de entrada. Te la leeré en otro momento. Son casi las tres de la madrugada. Estoy segura de que me va a encantar, P-Jota.
ResponderEliminar¿Y por qué yo no?
ResponderEliminarHay que ver lo que les cunde el tiempo a algunos. Y lo pendones que eran todos por entonces. Ahora, eso de estar con Escarlata y con Hamlet a la vez es todo un reto.
ResponderEliminarSoberbia entrada y, como siempre, soberbia selección de imágenes.
Por cierto, muy bueno, Uno.
Ole mi niño!!
ResponderEliminar10 sobre 10 i em quedo curt.
Esta si que es una vida de cine. Es lo que tiene tener una vida social tan ocupada, que no te queda más remedio que alternar, te guste o no. De todas formas siempre te queda la cosa de saber si, al final, todos esos cuerpos y abrazos le sirvieron para convertirse en una mejor persona. O no.
ResponderEliminarYo creo que hay poca duda de que Brando es el mayor actor de la historia del cine, pero también, uno de los seres más despreciables y egoistas; da la impresión de que no dejó a nadie con buen recuerdo de su existencia. Con todo eso, yo tampoco hubiera podido resistirme...
ResponderEliminarHa sido un post maravilloso y grandísimo, que lo sepa; más que leerlo, me lo he bebido.
jo, el mejor cumplido que puedo hacerte es que cómo me hubiera gustado escribir esta entrada. y sabes que es cierto.
ResponderEliminarsigo ojiplático con esa foto de Brando "besando" una polla negra. es Brando, no? sabes algo más de esa foto?
menuda pieza Brando, un animal, en todos los sentidos por lo visto.
un abrazo.
Creo que es la entrada más larga que he leído.
ResponderEliminarInteresante hasta el final.
Enhorabuena.
Petons
Bueno, impresionante: Impresionante el material gráfico y las anécdotas. E impresionante él: El "flirt" con Marilyn pudo ser cierto, aunque creo que Porter exagera ligeramente algunas historias: la de James Baldwin y la de Monty...James Baldwin fue un excelente escritor -protegido por Capote al principio-: negro, sí, pero muy feo, bajito y fanfarrón: No creo que llegaran a nada...Creo que hay algo de fantasía-ficción con tantos personajes, sin dejar de ser cierto que tuvo una etapa bisexual. Pero le gustaban sobre todo las mujeres: exóticas y latinas, especialmente. Igual es verdad: alomejor eran "juegos". Con Capote desdeluego que no: Aprovechando cierta confianza, Brando se sinceró paseando por los muelles de N. York, y Capote, escribió y publicó las conversaciones tal cual: Brando, por lo visto, se pasó un buen tiempo intentando matarle ó lincharle, porque le sentó fatal...
ResponderEliminarPetons!
Estoy muerto.
ResponderEliminarPorque no me tocaron esos añoa a mi?
Yo a su lado hubiera sido un manso champignonsito acostumbrado a tallarle la espalda y cortarle las uñas de los pies.
Que terrible debió haber sido llevar toda esa vida a cuestas. Más terrible aún ver todo acabarse.
Yo hasta gordo lo adoraba.
El mío por él rebasa todos los juegos imaginables. Hoy por ejemplo, me masturbaré pensando que esa polla hermosa y negra es la mía.
Mejor aún, que lo hice feliz.
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