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miércoles, octubre 26, 2011

Enrique Riveros: Una Memoria por Recuperar

Enrique Riveros durante el rodaje de "Le Tournoi" de Jean Renoir (1928)
Fotografía propiedad de la familia Riveros

En 1930, Jean Cocteau, dirige su primera película "Le sang d'un poète", que conformará parte de su Trilogía Orfica y es uno de los grandes referentes del cine de vanguardia. Una cinta en la que se abordan los miedos y obsesiones de un poeta, la inspiración, las reminiscencias, la muerte y la resurrección y precisamente de muerte y resurrección trata esta entrada dedicada al actor chileno que interpretó esa película, Enrique Riveros (Enrique Rivero), miembro de una familia de terratenientes chilenos, viajó a París en 1922 para estudiar agronomía, pero en contra de la opinión familiar entró a formar parte del mundo artístico y de la Vanguardia Histórica que dominaba la escena europea y parisina, Coco Chanel, Buñuel, Lee Miller, Man Ray, Gertrud Stein, los Vizcondes de Noailles, entre otros conformaron el circulo en que se desenvolvió.


Como actor trabajó en más de 15 películas, "Le tournoi dans la cité" (1928)," Le bled" (1929) dirigidas por Jean Renoir, "Dans une île perdue" (1931), "À mi-chemin du ciel" (1931) de Alberto Cavalcanti, "La bodega" (1930) dirigida por Benito Perojo, "Nicole et sa vertu" (1932) de René Hervil, entre otros; volviendo a Chile antes de la II Guerra Mundial, para morir en 1954 y dejando un legado casi olvidado. Por eso hablo de resurrección, ya que este actor hoy casi olvidado ha captado la atención y la pasión del director, escenógrafo, teórico, ensayista teatral y director de la Agrupación Minimale, Raúl Miranda, el cual ha buceado en el pasado para reconstruir la figura de un actor injustamente olvidado y no tan sólo reconstruir las lagunas y el vacío que existen entorno a su figura, sino también intentar comprender el porqué de estos.

Enrique Riveros en 1932 cuando rodaba "Nicole et sa vertu" de Rene Hervil
Fotografía propiedad de la familia Riveros

Javier Arnott. ¿Cuándo y de qué manera nace tu curiosidad y apasionamiento por la figura de Enrique Riveros?

Raúl Miranda. Jean Cocteau es uno de mis artistas y referentes favoritos, siempre he admirado su obra y en particular su cine. Tanto es así, que en 2001 mientras prepara una versión de su obra de teatro “Orfeo”, el estreno de Minimale del siguiente año, conocí a la crítico de arte, María José Riveros, y en una conversación informal sobre nuestros proyectos de ese momento, ella me contó que su abuelo había trabajado con Cocteau en un filme; intrigado le pregunté en cual y en que rol, su respuesta me sorprendió… era el protagonista de “La sangre de un Poeta”, uno de mis filmes más queridos. De ahí surgió con María José, una amistad que lleva 10 años y las ganas de hacer algo sobre la figura de su abuelo, claro que no supimos “qué y cómo” hasta fines del 2010. En esa oportunidad el curador y artista londinense Predrag Pajdic, me invita a participar en un proyecto de creación sobre relecturas de la película “La Bella y la Bestia”, para lo cual decidí hacer un cortometraje en formato de instalación, y como nuevamente retomaría la obra cocteauniana, pensé que era el momento de iniciar una investigación que diera forma a un documental sobre la desconocida figura de Riveros. Hablé con María José para iniciar el proyecto e invité como realizador audiovisual a Eduardo Pavez, joven director y dramaturgo chileno, para conformar un equipo con una mirada más desprejuiciada con el formato e investigación que realizaríamos. Francamente, el verdadero apasionamiento viene de la investigación misma, de empezar a descubrir a Riveros.

J.A. ¿Cómo es posible que una persona ligada a las Vanguardias Histórica, que trabajó a las ordenes de Cocteau, y que se relacionó con Álvaro Guevara pueda acabar sumido en una especie de limbo?

R.M. Bueno, tanto Riveros como Guevara, lamentablemente son dos ilustres desconocidos de la cultura chilena; ellos corresponden una generación y a una élite bastante particular de la historia republicana de Chile.

A principios del siglo XX, estaba instituido el viaje a las “metrópolis”europeas como forma de desarrollo y acceso a la información, a la cultura y a fin de cuentas, a la civilización. El Chile de aquel entonces aun era un país rural más cercano al periodo de la Colonia española, que a los pocos focos de modernidad industrial que existían como la de las salitreras del desierto de Atacama o el Puerto de Valparaíso. Pues bien, particularmente en ese periodo entre las guerras mundiales, el flujo de chilenos acaudalados o artistas becados por el gobierno chileno hacia Europa fue importante, pues no se concebía un desarrollo personal y nacional sin la estada y aprendizaje, particularmente, parisino.

Artistas como el poeta creacionista Vicente Huidobro y su amiga Sara Malvar (la primera artista conceptual chilena), o la novelista María Luisa Bombal (escritora maldita) estuvieron, vivieron, crearon y convivieron en el París de los años veinte con otras figuras chilenas, como los millonarios y “socialite” internacionales Eugenia Huici de Errazuriz (mecenas de Picasso, Stravinsky, Cocteau, Cendras, etc); Tony Gandarillas diplomático, coleccionista y amante del pintor del grupo de Bloomsbury, Christopher Wood, o el multimillonario Arturo López-Willshaw, conocido como “El Rey del Guano”. Pues bien, tanto Riveros como Guevara, pertenecían al mismo grupo social cuyas vidas y carreras se desarrollaron fuera de su país de origen, dejando escasos atisbos de su trascendencia o pertenencia, pues sus realidades estaban fuera del alcance de comprensión de sus connacionales. En gran medida es una generación que se autoexilia en ese París de lujos, donde podían agotar sus vidas, fortunas y talentos, hasta que la 2° Guerra Mundial acabó con todo.

Tal vez, la única persona que ha investigado estos asuntos en Chile, es el artista y curador Ernesto Muñoz en su libro “La modernidad extraviada”, una caja de Pandora sobre la presencia e influencia de las vanguardias históricas en esta parte de Sudamérica.

Respecto a la vida y obra del pintor chileno del Grupo de Bloomsbury, Álvaro Guevara, es tan desconocida y apasionante como la de Riveros, y será el tema del documental que seguirá a “Un Actor”. Guevara era aproximadamente 10 años mayor y murió en Francia, dos años antes que Enrique Riveros… un dato interesante sobre su último periodo de vida, fue que había dejado la pintura para escribir teatro, su pasión, pero sus obras no fueron estrenadas.

J.A. Supongo que el trabajo de investigación ha sido arduo, pero de todo lo que has ido descubriendo ¿Qué es lo que más ha llamado tu atención?

R.M. Realmente, lo que me ha sorprendido, más allá de conocer la notable carrera cinematográfica que Riveros desarrollo en Europa, es como “La Sangre de un Poeta”, se convierte en una suerte de guión trágico de su vida, hasta su muerte en 1954. Cocteau veía esta obra como una autobiografía, como la continuación directa de “Opium” y de la figura de Radriguet, pero hemos ido encontrando señas que enlazan la película de manera fatal con la vida de Riveros.

Es así, que el viaje a lado oscuro de la vida, el descenso al infierno, el sacrificio del artista ante una sociedad indolente, la belleza, la seducción, la locura, el suicidio, el fatal oficio de crear a costa de uno mismo, el olvido y la inevitable muerte, que Cocteau muestra como metáforas o alegorías, en Riveros se hacen carne, a su regreso a Chile.

Lo otro que ha sido sorprendente, es descubrir que Cocteau lo da por muerto en 1946, en un ensayo que escribe y publica sobre “La Sangre de un Poeta”, 8 años antes de la muerte real de Riveros, cuando hasta esa fecha continuaban una relación epistolar. Esto ahonda aun más el misterios del por qué, Enrique Riveros vuelve a Chile a vivir un exilio interno.

J.A. Se que habrá sorpresas entorno a su figura, como el descubrir que no sólo fue actor, sino que también fue poeta, pintor e incluso guionista, ¿No acrecienta esto aún más el misterio entorno a su vida tras abandonar Europa?

R.M. Si, la aparente imposición de abandonar Francia, no cortó su flujo creativo; son cerca de 20 años que transcurren en Chile, en que él se casa, tiene hijos, retoma sus labores en las tierras y negocios familiares, pero sigue pintando, dibujando y amando al cine, escribiendo guiones que no se realizarán jamás y añorando, añorando profundamente París.

En 1946 protagoniza su único filme chileno, “El hombre que se llevaron” de Jorge Délano (Coke), obra con la que reencontraría la pantalla cinematográfica, para no volver a actuar nunca más. Tal vez, sus películas caseras en 16 milímetros son otras evidencias de su tremenda nostalgia por “ese esfuerzo de amor… el Cine Moderno”, como le escribió Cocteau en la carta en que le rogaba que confirmara su participación en el film.

Aún hay una estrella, un sino fatal por desentrañar en Riveros.

J.A. España Y Chile comparten elementos históricos desafortunados, en estos momentos los españoles vivimos un proceso de recuperación de nuestra memoria cultural que nos fue arrebatada y casi borrada, ¿Crees que Chile también precisa mirar atrás y reconciliar su pasado? y ¿Hasta que punto estas figuras caídas en un cierto olvido nos ayudan a recuperar nuestro orgullo?

R.M. No sé si será signo de los tiempos o del neoliberalismo, pero Chile es un país sin memoria, en un brutal presente continuo impuesto por la fuerza. Y por esto mismo, pienso que es fundamental, reconstruir esa memoria, esa tradición en la construcción de una república que tuvo de presidentes a hombres que soñaron un país donde “gobernar es educar”, en donde el arte y la cultura fueron fundamentales para lograr esa igualdad y justicia social que no existe.

Creo que recomponer la historia, redescubrir fragmentos olvidados, comprender que nuestra labor tiene un precedente y un referente para su existencia, es básico para producción artística y su función política de cuestionamiento social.

Enrique Riveros, es un enclave en las vanguardias históricas y en la historia del cine; un eslabón perdido del arte chileno del siglo XX y un claro ejemplo del permanente cruce cultural de Latinoamérica con Europa, que debemos recuperar.


Documental sobre el actor chileno Enrique Rivero, protagonista del primer film de Jean Cocteau "La Sangre de un Poeta" de 1930.

Investigación: Raul Miranda / María José Riveros
Cámara y Edición: Eduardo Pavez
Producción: Minimale Films / Profetaparanoia
Dirección: Raul Miranda / Eduardo Pavez.

Gracias a Raúl Miranda por su tiempo, por su paciencia y por recuperar la memoria perdida de un hombre al que todos habíamos visto y del que sin embargo a penas sabíamos nada. Para tener presente hemos de corporizar un pasado con el que construir un futuro.



+ Información:

http://www.minimale.cl/
http://laminimale.blogspot.com/
http://vimeo.com/minimale films


9 comentarios:

  1. Al final vas a conseguir que además de un cuerpazo tenga una cultura.
    No sabía nada de este actor tan guapo que vivió esa época dorada en París y
    no conozco a penas el cine de Cocteau. Y eso que a los 19 años conocí a Jean Marais.
    Estupenda entrada.
    Un abrazo

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  2. qué trabajo más interesante, pe-jota. jamás me había preguntado por el actor de La Sangre de un Poeta. trabajar con Cocteau en algo así tiene que marcar.
    tb tiene que marcar conocer a los 19 años a Jean Marais. era guapísimo!

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  3. Muy interesante! ni sabia quien era ese actor fascinante de "Le sang d'un poète". Una entrevista que me llamo mucho la atencion. Lo voy a contar a mis amigos chilenos luego. Gracias por tu trabajo tan prolijo.

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  4. Magnífica entrada P-Jota. La verdad es que tal y como estaba el señor Riberos, se merece una entrada así y mucho más.
    Sería interesante encontrar la película de "La sang d´ un poète" y poder verla.
    Cierto que hace tiempo me vi una serie de Jean Cocteau, pero ya casi no la recuerdo.
    Te saludo con gusto, amigo.

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  5. Gracias a ti, por ayudarme a recuperar a Enrique, por traerlo al presente.
    Un gran abrazo desde ellejano Chile.
    RM

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  6. Gracias por dar luz sobre este personaje, desconocido salvo por su presencia en "La sang d'un poete".

    http://www.youtube.com/watch?v=BAqxEq4ylb4

    Creo aquí está integra...

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  7. Me encanta la reacción en cadena que está provocado esta entrada, tanto aquí como en facebook, pero el agradecimiento no ha de ser para mi, sino para la enorme generosidad de Raul Miranda.

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  8. Enhorabuena por la entrada y gracias por descubrirnos tantas cosas.

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  9. Algo tuyo tendrá que haber aparte de la generosidad de Raúl Miranda , genial la información que como la mayoría de tus seguidores desconocía totalmente.

    Gracias Raúl, gracias Javier por compartir.

    Saludos

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