"La inocencia es blanca. Puede consistir en el estado clásico del intelectual o en un mundo neorromántico de recuerdos o bien en la blanca inocencia simbólica de un Mallarmé. No es posible examinar con exactitud el significado y contenido actual de la inocencia. No obstante ella constituye el paisaje de mis acciones y tiene que significar algo más que una mera elección."
Cy Twombly
Aunque siempre tuvo un exiguo y muy selecto círculo de adeptos, la mayoría europeos y, en especial, italianos, alemanes y suizos, lo cierto es que el estadounidense Cy Twombly (Lexington, Virginia, 1928), al que todo parecía sonreír al comienzo de su carrera artística, a principios de la década de 1950, fue sucesivamente amonestado, despreciado y, finalmente, descartado. Este progresivo hundimiento del prometedor artista se produjo desde donde ya entonces se ejercía el control crítico mundial: Estados Unidos, su país natal, que por aquellos años en los que Twombly iniciaba su trayectoria artística, había convertido Nueva York en la capital internacional de la vanguardia.
Colega, amigo y compañero de Robert Rauschenberg de quien también fue amante y Jaspers Johns, Cy Twombly cursó estudios en los centros heráldicos de la vanguardia americana, como el Art Students League de Nueva York o Black Mountain College de Carolina del Norte, y sus primeros pasos fueron seguidos con interés por la crítica neoyorquina, pero, tras un largo periplo europeo y norteafricano iniciado en 1952, empezó a tomar decisiones que no sentarían muy bien en los círculos intelectuales neoyorquinos. Tras casarse con la italiana, Tatiana Franchetti, se instalará en el año 1959 en Roma. Aunque en la década de 1950 todavía no era extraño que un joven inquieto americano hiciera su tour por Europa o por el norte de África u Oriente Próximo, nadie consideraba que por allí un artista de vanguardia pudiera encontrar nada que valiera la pena, y, aún menos, que se instalara en la Italia de posguerra, donde lo único que despertaba atención internacional, salvo precisamente en Norteamérica, era el cine neorrealista o cierta literatura. Y desde luego Italia no encajaba en el concepto de vanguardia.
A pesar de esto, Cy Twombly mantuvo durante un tiempo cierto crédito en Nueva York, pero la reticencia ante su obra se convertiría en furia demoledora a partir de la exposición de su serie titulada "Nine Discourses on Commodus" (1963), exhibida en la galería Leo Castelli de Nueva York, en 1964, sería rechazada unánimemente por críticos de arte y artistas, todos abducidos por el pop art y el minimal, algo que estaban en las antípodas de la exuberancia pictórica barroca de Twombly.
Ya a fines de 1950, había cundido la alarma ante sus rudimentariamente sutiles caligrafías, sobre todo, porque revelaban cierta influencia de los informalistas franceses, como Wols o Michaux, o ciertos proscritos como Mark Tobey. En verdad Twombly había combinado su admiración por los nuevos maestros americanos del expresionismo abstracto, como Pollock, Gorky, Kline, Motherwell o De Kooning, con la de viejos maestros de la vanguardia histórica europea, como Corinth, Soutine, Kokoschka, Beckmann o Klee, pero esta efervescencia pictoricista de comienzos de los sesenta, cuando los grandes popes del arte había establecido que no había nada más allá de la pintura mental y mecanizada hizo que se rasgaran muchas vestiduras. Este rechazo será tan profundo que se mantendrá incluso en la retrospectiva que sorprendentemente le dedicará el MoMA en 1994.
Por otra parte la aceptación a ojos ciegos de los dictados neoyorquinos en Europa harán que aquí tampoco tenga las cosas muy fáciles, aunque la mentalidad será mucho más abierta. Pero será Europa la que a partir de 1980 iniciará la campaña de reivindicación de su arte, hoy admirado universalmente. Lo cual nos demuestra que ningún dogmatismo es bueno, y que el estrechamiento de miras acostumbra a devenir en absurdo y excluyente, y por tanto en empobrecimiento.
No me resisto a terminar esta entrada sin dejar de compartir esta crítica de Lee Siegel, crítico de arte de Slate.
Colega, amigo y compañero de Robert Rauschenberg de quien también fue amante y Jaspers Johns, Cy Twombly cursó estudios en los centros heráldicos de la vanguardia americana, como el Art Students League de Nueva York o Black Mountain College de Carolina del Norte, y sus primeros pasos fueron seguidos con interés por la crítica neoyorquina, pero, tras un largo periplo europeo y norteafricano iniciado en 1952, empezó a tomar decisiones que no sentarían muy bien en los círculos intelectuales neoyorquinos. Tras casarse con la italiana, Tatiana Franchetti, se instalará en el año 1959 en Roma. Aunque en la década de 1950 todavía no era extraño que un joven inquieto americano hiciera su tour por Europa o por el norte de África u Oriente Próximo, nadie consideraba que por allí un artista de vanguardia pudiera encontrar nada que valiera la pena, y, aún menos, que se instalara en la Italia de posguerra, donde lo único que despertaba atención internacional, salvo precisamente en Norteamérica, era el cine neorrealista o cierta literatura. Y desde luego Italia no encajaba en el concepto de vanguardia.
A pesar de esto, Cy Twombly mantuvo durante un tiempo cierto crédito en Nueva York, pero la reticencia ante su obra se convertiría en furia demoledora a partir de la exposición de su serie titulada "Nine Discourses on Commodus" (1963), exhibida en la galería Leo Castelli de Nueva York, en 1964, sería rechazada unánimemente por críticos de arte y artistas, todos abducidos por el pop art y el minimal, algo que estaban en las antípodas de la exuberancia pictórica barroca de Twombly.
Ya a fines de 1950, había cundido la alarma ante sus rudimentariamente sutiles caligrafías, sobre todo, porque revelaban cierta influencia de los informalistas franceses, como Wols o Michaux, o ciertos proscritos como Mark Tobey. En verdad Twombly había combinado su admiración por los nuevos maestros americanos del expresionismo abstracto, como Pollock, Gorky, Kline, Motherwell o De Kooning, con la de viejos maestros de la vanguardia histórica europea, como Corinth, Soutine, Kokoschka, Beckmann o Klee, pero esta efervescencia pictoricista de comienzos de los sesenta, cuando los grandes popes del arte había establecido que no había nada más allá de la pintura mental y mecanizada hizo que se rasgaran muchas vestiduras. Este rechazo será tan profundo que se mantendrá incluso en la retrospectiva que sorprendentemente le dedicará el MoMA en 1994.
Por otra parte la aceptación a ojos ciegos de los dictados neoyorquinos en Europa harán que aquí tampoco tenga las cosas muy fáciles, aunque la mentalidad será mucho más abierta. Pero será Europa la que a partir de 1980 iniciará la campaña de reivindicación de su arte, hoy admirado universalmente. Lo cual nos demuestra que ningún dogmatismo es bueno, y que el estrechamiento de miras acostumbra a devenir en absurdo y excluyente, y por tanto en empobrecimiento.
No me resisto a terminar esta entrada sin dejar de compartir esta crítica de Lee Siegel, crítico de arte de Slate.
"You cannot fully understand Twombly's art unless you know that he is gay. It's often fatuous to reduce an artist to his or her sexuality, but Twombly is working in a tradition that associates homosexuality with an ideal human freedom. This tradition strives for an art unfettered by purpose, function, or meaning. You find such a style in Frank O'Hara's casual aimlessness and in John Ashbery's aimless obscurity—both poets think in the strokes of a subtle crayon. Such a sensibility derives from Walter Pater, the gay Victorian aesthetician who prized in art the quality he called "diaphaneite," a crystalline transparency that "crosses rather than follows the main currents of the world's life"—a "happy, unperplexed dexterity." Update Pater's notion with the brash off-handedness of so much postwar American art—think Pop art and cool jazz—and you arrive at the doodle. I have no idea if Twombly knew about Pater's ideas or cared for them if he did. But his art, distractedly crossing rather than following the main currents of the world fits Pater's values to a T."
+ información
http://en.wikipedia.org/wiki/Cy_Twombly
Como siempre, una nueva aportación que me mueve a investigar más sobre este artista. Por cierto, me ha parecido muy bien la crítica, sobre todo por lo incomprensible para uno que no sabe inglés, ja,ja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vi sus"Lepantos" en el Prado hace unos años. Impresionantes.
ResponderEliminarApuesto a ke una vez muerto le salieron millones de fans, "de los de siempre". Esos ke durante muchos años lo negaron.
ResponderEliminarAparte de los dogmatismos, la falta de criterio ke hace ke la gente opine en rebaño también es una plaga ke pa ké.
Yo es que cuando en esto de la pintura empiezo a ver manchas me pongo nervioso, así que mejor me callo...
ResponderEliminarBesotes
Xim
Me parece un pintor prodigioso. Difícil tal vez, pero intenso y luminoso y a la vez oscuro.
ResponderEliminarsi no se sabe, mejor callarse, ...así no meteré la pata.
ResponderEliminarte dejo unos días, y todos los deberes que me pones...
un abrazo.
La crítica está muy bien, TUT.. en ella se hace relación a la importancia que su condición de gay tiene a la hora de entender su obra. Realmente para casi todos los artistas gays esta circunstancia, su orientación sexual, no es un hecho baladí, sino que se encuentra en la base de los estímulos o acicates que han provocado el hecho creador. Quizá en un futuro esto no sea así, pero hasta ahora sí lo ha sido..
ResponderEliminar¿Puede entenderse a Whitman o a Wilde o a Cernuda, sin enlazar su obra con su homosexualidad? Yo creo que no.
Estamos acostumbrados a estudiar y valorar a los artistas cuando ya han triunfado y se nos hacen conocidos; bien cierto es que la mayoría pasan por la vida con la incomprensión de sus coetáneos.
ResponderEliminarMe gustan esos colores y esos trazos verticales.
Besicos, buen finde
me pregunto si el homosexual que ve homosexualidad en los demas, no será Lee Siegel.
ResponderEliminarEste artículo no menciona la importancia que ha tenido roland barthes en la reivindicación de twombly.
por cierto, el filosofo roland barthes hizo el más completo y profundo analisis de la obra de twombly. No menciona una sola palabra sobre la orientación sexual de twombly.
ResponderEliminarno entiendo porque habria que saber que Towmbly era gay para apreciar su obra, yo no sabia que era gay y su arte me obsesiona desde que descubri su obra, pero por su calidad plastica, es decir la carga emotiva del trazo, de los colores, las composiciones etc, si para esto tenia que comer zanahorias toda la noche antes de pintar eso es solo anecdotico. No entiendo esa necesidad de los americanos de dramatizarlo todo para poder entender las cosas. La sensibilidad de Towmbly esta ahi delante de nuestros ojos sobre el lienzo.
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