jueves, junio 18, 2015

Andreas Scholl y los Castrati



Andreas Scholl pertenece a una rara especie de cantantes, tan rara como única y sublime, los contratenores, cantantes que por su tesitura se sitúan en el rango de los altos, aunque muchos consiguen adoptar el registro de soprano, la ejercitación y perfeccionamiento de sus calidades naturales los llevan a un perfecto dominio vocal que nos permite disfrutar de unos sonidos que parecían perdidos, los de las partituras operísticas barrocas escritas para los "Castrati". 
 
Los castrati, niños y jóvenes con voces "blancas" o "angelicales", próximas al registro femenino de soprano, calidad previa a la llegada de la pubertad, se pierde con el tiempo, y sus ejemplos más lejanos se remontan en el siglo XII, cuando en el Imperio Bizantino se utilizaban eunucos para ejecutar algunas composiciones musicales. 

En siglos posteriores, familias humildes practicaban a los niños la castración para preservar sus voces, y garantizarse así los ingresos necesarios para su supervivencia. En Italia, con la tradición del bel canto, la castración de estos niños se realizaba entre los 7 y los 12 años, antes del cambio de voz. La posibilidad de hacer carrera cantando en ceremonias religiosas, teatros o cortes, podía implicar unos considerables ingresos, no sólo para el artista, sino también para su familia y los intermediarios de las contrataciones. Además, los mezquinos intereses forzaban frecuentemente a los niños a aceptar su castración, aunque una disposición dictaba que no podía realizarse "sin el consentimiento del niño".

 
Pero no es hasta el siglo XVI cuando los castrati hacen su aparición en las iglesias, después de la prohibición del Papa Pablo IV de que las mujeres cantaran en la Basílica de Sant Pedro. Así, niños y adultos castrados reemplazaron las voces femeninas. De esta forma, muchos de estos cantantes consiguieron la admiración del público y colosales fortunas personales, interpretando, según el caso, papeles masculinos o femeninos.

Los más famosos: Farinelli i Caffarelli
 
En la música europea se introdujeron en las composiciones piezas concebidas especialmente para las voces de los castrati, elogiadas como únicas a lo largo de la historia. Sin duda, los más famosos del siglo XVIII fueron Farinelli y Caffarelli, este último mencionado como Caffariello en El barbero de Sevilla, de Rossini. El verdadero nombre de Caffarelli era Gaetano Majorano, pero adoptó su pseudónimo artístico en homenaje a su primer instructor vocal, el maestro Caffaro, aunque fue Porpora quién completó con posterioridad su formación.
 
Farinelli retratado por Bartolomeo Nazari
Royal College of Music, Londres

Obedeciendo a una costumbre de la época, los castrati adoptaban un pseudónimo artístico, fuera elegido por sus admiradores o por el mismo intérprete. Carlo Broschi eligió el de Farinelli como muestra de agradecimiento a los hermanos Farina, mecenas que pagaron sus estudios y manutención. No han quedado claros los motivos de su castración, puesto que pertenecía a una familia de la baja nobleza, aunque, según se supone, con ciertas dificultades económicas.
 
 
En la película "Farinelli, il castrato" (1994), se le atribuye la decisión a su hermano Riccardo. Formado también por el notable maestro Porpora, Farinelli consiguió una celebridad tan extraordinaria, que fue idolatrado por cuántos lo escucharon. Gracias a su cultura, simpatía y distinción, tuvo la amistad y protección de reyes, emperadores e incluso del Papa. Llamado a la corte de Felipe V de España, permaneció en ella durante más de veinte años como cantante personal del monarca.
 
A Farinelli se le debe el rescate de gran parte de las sonatas que fueron creadas por Domenico Scarlatti para la corte española.
 
Desaparición de los castrati 
 
A finales del siglo XVIII, numerosos intelectuales europeos se pronunciaron abiertamente contra la castración, Voltaire y Rousseau entre ellos. Pero fue el imperio napoleónico el que puso fin a tales prácticas. Por su parte, la Iglesia modificó su actitud, permitiendo a partir de 1798 que las mujeres actuaran en los escenarios teatrales, el papa Benedicto XIV declaró ilegal la amputación de cualquier parte del cuerpo, excepto en caso de absoluta necesidad médica.


 
Los castrati siguieron cantando en el Vaticano y otras iglesias, hasta que un decreto del papa León XIII en 1902, prohibió definitivamente su presentación en ceremonias eclesiásticas. Sin embargo, se hicieron algunas excepciones, como en el caso de Alessandro Moreschi, el último castrato, quien se retiró en 1913 y fue el único que pudo dejar el testimonio de su voz para la posteridad en unas grabaciones realizadas en 1902 y al 1904.

 

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Magnífic, Javier. Acabo d'escoltar unes gravacions ("Ave Maria" i "Crucifixus") d'Alessandro Moreschi. Deixant qüestions morals a banda, impressiona sentir aquesta veu que va arribar miraculosament a ser enregistrada: permet fer un viatge de segles al passat.