jueves, agosto 07, 2014

La Belleza Cautiva


 
Nuevamente nos encaminan hacia el Caixaforum, y no es para menos puesto que la Obra Social de la Caixa en colaboración con lo Museo de Prado, presenta una exquisita exposición, que analiza las obras de pequeño formato de la colección del Museo. Un argumento de suficientes peso como para no perder la oportunidad de ver este pequeño Museo de Prado itinerante.

Atenea Partenos, (130-150 d.C). 
Mármol, copia reducida 98x36x40cm 
Original de Fidias para el Partenón de Atenas.

I. Religión y vida cotidiana a la baja edad media y principios del Renacimiento

Palas Atenea, diosa de la sabiduría y de las artes, abre el brillante camino de la pintura y la escultura en pequeño formato nos introduce en la edad media, tiempo en que la religión dominaba la vida cotidiana. Los primeros ejemplos artísticos en dimensiones reducidas se encuentran en escenas con vidas de santos procedentes de predelas de retablos, a pesar de que ya entonces se desarrolló un tipo de obra «de gabinete» que comprendía, además de retratos de reyes y de grandes señores, pequeños cuadros destinados a la religiosidad íntima que formaban parte de altares portátiles o colgaban en oratorios privados.

Cristo de marfil sobre una cruz de cristal de roca (1300-30). 
Marfil, cristal de roca, cobre y pergamino pintado. 
Autor: Anónimo. 
Manufactura Francesa Veneciana.

Hans Memling.
La Virgen y el Niño entre dos ángeles (1480-90). 
Escuela Flamenca.

El Bosco (H. 1450-1516)
La extracción de la piedra de la locura (c. 1500-10). 
Escuela Flamenca.

   
Pseudo-Blesius.
La Adoración de los Magos / El rey David recibe a los emisarios de las doce tribus/ La reina de Saba delante de Salomón. 
Tríptico reformado. 
Escuela Flamenca.

Gèrard David (1450-1523). 
La Virgen con el Niño y ángeles. (c. 1520). 
Escuela Flamenca.

Cristo, la Virgen María y los santos se convierten en modelos a seguir y, de acuerdo con las Meditationes Vitae Christi franciscanas, se invita al fiel a meditar sobre temas que lo lleven a experimentar arrepentimiento y conmiseración ante la Pasión de Cristo. En Flandes, a partir de 1530 esta función meditativa disminuye y evoluciona hacia la búsqueda de una edificación moral personal propia del humanismo cristiano, como defienden los textos de Erasmo. Los sentimientos más elevados son absorbidos por la religión, mientras que los impulsos naturales son propios de la vida terrenal, abandonada totalmente al diablo. Como muestra el Bosco, las imágenes religiosas habituales ya no sirven para alejar el hombre del pecado; aquello que impresiona son los tormentos del infierno, amenaza constante para quien se deja seducir por el mal.

II. El siglo del Manierismo: Italia y España

Las obras de pequeño formato de los pintores del Renacimiento pleno son un contrapunto de libertad técnica y compositiva ante los grandes proyectos decorativos, como los cuadros de altar, los frescos y los retratos de aparato. Además del placer visual que procuran la riqueza y el color de esta pintura, los artistas del siglo XVI experimentaron bien pronto en estas proporciones tan íntimas hallazgos formales y expresivos que respondían a las demandas de la sociedad moderna.

Antonio Allegri, Il Correggio.
El Descendimiento de la Cruz o La Quinta Agonía
Mediados del siglo XVI. 
Replica reducida del original, actualmente en la Galleria Nazionale de Parma.

Giambologna
Alegoriza de Francisco I de Medici. (1560 – 1561). 
Alabastro

Antonio Moro
María de Portugal, esposa de Alejandro Farnesio y Margarita de Parma (1565), 
 
Tiziano
Cristo cargando con la cruz (1565)

La maniera, concepto que define en Italia el artificioso estilo desarrollado a partir de 1520, reúne en esta exposición magníficos ejemplos de artistas italianos y españoles. Todos plasman los nuevos intereses de la pintura y del humanismo neoplatónico, abriendo vías de belleza que se apartaban del canon clásico del siglo anterior. Figuras de proporciones alargadas, actitudes violentamente forzadas, colores inusuales y escenas nocturnas con contrastes lumínicos muy ambiciosos buscaban sorprender y deleitar a un espectador de gustos artísticos cada vez más sofisticados.

Alonso Sánchez Coello
Autorretrato (?) 1570.

Pieter Brueghel el Joven.
La construcción de la Torre de Babel (1595)

Giovanni Battista Crespi, Il Cerano. 
El Descanso en la huida a Egipto (1595)


En esta época, la escultura también se hizo pequeña para ocupar espacios privados, sin que por eso perdiera grandiosidad. Con su nobleza clásica, fue un arte al servicio de los poderosos: resaltó su gloria y dejó constancia de sus facciones, recuperando la tradición del retrato romano.

III. El Barroco: inicios y plenitud
 
Diversos pintores italianos y algunos paisajistas originarios del norte de Europa dedicaron parte de su producción a pequeñas obras que iban teniendo salida fácilmente en el mercado artístico de la época. Gabinetes y oratorios privados eran los destinatarios preferentes de estas creaciones, en las que se combinan fácilmente temas y géneros artísticos.

Domenichino
Las lágrimas de San Pedro (1600-33)

Jan Brueghel el Viejo. 
Florero (1600-25)

Diego Velázquez
Francisco Pacheco (1619-22)

Diego Velázquez
Vista del jardín de la Villa Medici en Roma (1629-30).

Salomon Koninck
Un filósofo (1635)
Réplica del original, conservado en el Musée Beaux Arts de Bordeaux.

Pieter Fris.
Orfeo y Eurídice en los infiernos (1652)

Gabriël Metsu. 
Gallo muerto, (1659-60)

En los países católicos, los temas religiosos seguían los preceptos del concilio de Trento y buscaban fomentar la devoción del fiel a través de episodios de martirio de hombres y mujeres ejemplares. Junto con esta temática, encontramos composiciones de carácter más amable e intimista, como también retratos caracterizados por la introspección psicológica, tal como se aprecia en los firmados por Moro y Velázquez. En este periodo también surgió el género del bodegón, del cual se muestran ejemplos excelentes que evidencian el concepto de fugacidad de las cosas terrenales (vanitas) subyacente en el arte del siglo XVII.

Peter Paul Rubens y Jan Brueghel el viejo
La Virgen y el Niño rodeados de flores y frutas (1617-1620)

Peter Paul Rubens
Apolo y la serpiente Pitón (1636-37)

Peter Paul Rubens
Diana y las ninfas cazando, (1636-37)

Peter Paul Rubens.
La Sagrada Familia rodeada de santos (1630),  
Copia reducida del original en el Koninklijk Museum voor Schone Kunsten, Anveres

Rubens, maestro de la pincelada rápida y segura, del colorido exquisito y del movimiento dinámico, cultivó ampliamente la pintura en formato reducido, en la cual supo plasmar la misma versión exaltada de la vida que en las grandes composiciones. Colaboró varias veces con Jan Brueghel el Viejo, que se especializó en pequeñas escenas en las cuales los detalles están representados con una minuciosidad exquisita que invita al espectador a acercar la mirada al cuadro para abandonar su mundo y adentrarse en el de la pintura.

IV. Temas del siglo XVII: vida real y poesía

En el siglo XVII el paisaje adquirió independencia como género artístico y ensanchó las fronteras de la pintura. El hecho de ser obras de formato mediano y pequeño realizadas con libertad, generalmente sin la servidumbre del encargo, permitió a los artistas ampliar su autonomía profesional y creativa. Italia acuña a principios del siglo XVII el concepto de paisaje clásico, que recrea el mundo antiguo por medio de una naturaleza ordenada y serena en la cual aparecen edificios clásicos. Los flamencos y los holandeses, en cambio, fueron maestros a la hora de convertir su entorno natural, a veces calmado y productivo, y otros agreste y magnífico, en el escenario principal donde se escribe la crónica de esos días.

Brueghel el Joven, Copia de Bruegel el Viejo
El Paraíso terrenal (1600-25)
Réplica del original, Museo de Budapest.

Herman van Vollenhoven.
Aves muertas (1600-26) 

Jan Brueghel el Joven  
La Abundancia (1626)

Juan van der Hamen.
Plato con ciruelas y guindas (1631)

Jan van Kessel el Viejo
Bodegón de flores (1633-1666)

Jacques Linard. 
Vanitas (1640-45)

David Teniers
El viejo y la criada (1650)

En los Países Bajos del siglo XVII se desarrolló el cuadro propiamente denominado de gabinete, pensado para la decoración de un ámbito que estaba reservado a la vida privada en las viviendas de las clases acomodadas. Es en estos espacios íntimos y pequeños donde la pintura de este formato encuentra su esencia por el hecho de que está concebida para este lugar especial, como una «curiosidad pintada» que tiene que ser observada y analizada en detalle y de bien cerca. Eran, generalmente, obras de medida reducida que se colgaban las unas junto a las otras y en hileras superpuestas, junto con estatuas pequeñas, bustos y objetos valiosos, a veces naturales, como por ejemplo corales, conchas y minerales, propios de las «cámaras de curiosidades» (Wunderkammern), de moda entre los coleccionistas desde el siglo anterior.

V. La elegancia cortesana del siglo XVIII europeo

La dinastía Borbón, instaurada en España el 1700, comportó, entre otras reformas de carácter político, social y económico, una renovación del gusto. Tuvieron un papel muy importante en los nuevos usos, más adecuados a las exigencias del poder, que artistas italianos y franceses importaron cuando la corte española los llamó para dirigir las decoraciones de los Sitios Reales, especialmente del palacio de Madrid, construido a partir de 1738 tras el incendio del antiguo Alcázar.

Jean-Antoine Watteau
Fiesta en un parque (1712-13)

Gaspare Vanvitelli
La cueva de Posillipo (Nápoles) 1700-1733

Jean Pillement.  
Náufragos llegando a la costa (1790-1800)

Los esbozos en los cuales ensayaban o que presentaban al monarca con complejas composiciones alegóricas proyectadas para los techos de los aposentos reales representan un género nuevo: el elaborado acabado que presentaban hizo que los conocedores de la época los valoraran como pinturas independientes y los buscaran para decorar los nuevos espacios pequeños y sofisticados de sus residencias. Estas obras evidencian el estilo personal de sus creadores, y van desde el carácter rococó, ilusorio y colorista de Guiaquinto y Tiepolo hasta un neoclasicismo más puro, inspirado por Mengs, con los ejemplos de Bayeu y Maella.

Sebastiano Conca
Alejandro Magno en el temple de Jerusalén (1736)
Esbozo para a un cuadro de la serie de ocho encargados para decorar los salones del palacio de la Granja, Segovia.

Giambattista Tiepolo
El Olimpo, o Triunfo de Venus (1761-64)

Luis Egidio Meléndez
Bodegón con plato de moras, acerolas y avellanas en un paisaje (1774),

Luis Paret y Alcázar
Una cebra (1774)
Perteneciente al Gabinete de Historia Natural del Infante Don Luis de Borbón.

En el ámbito de la corte fueron especialmente interesantes los esbozos para cartones de tapices destinados a las paredes de los Reales Sitios, puesto que retrataban por primera vez una clase social en ascenso, la burguesía, elegante y curiosa, que llenaba los paseos y las fiestas populares, pero también el pueblo, encarnado en majos y majas; y entre esta animada sociedad se mezclaba ahora, como en un juego, la aristocracia ilustrada que ya se alejaba del Antiguo Régimen.

VI. Goya

Goya fue un maestro excepcional en cuanto a la pintura en pequeño formato, la cual tuvo un protagonismo considerable en su obra. Al igual que otros artistas de su tiempo, recurrió a esbozos para la realización de cuadros de grandes dimensiones, pero en su caso, adquirieron, ya entre sus contemporáneos, el sentido de obras con valor propio, como lo más apreciado y significativo de su arte, y así, personajes de prestigio, como el arquitecto Francesco Sabatini o el duque de Osuna, las compraron para sus gabinetes. Del mismo modo, el artista pintó cuadros de medida reducida por encargo de mecenas ilustrados, destinados al ámbito privado, religioso o no, y para retratos de familiares.

Francisco de Goya y Lucientes
La pradera de San Isidro
Esbozo para uno de los cartones de la serie de tapices destinados a decorar el Dormitorio de los Infantes en el Palacio del Pardo.

Francisco de Goya y Lucientes
El albañil herido (1786-1787)
Cartón para la serie de tapices destinados a decorar el comedor o sala de conversaciones del Palacio del Pardo.

Francisco de Goya y Lucientes
La ermita de San Isidro el día de la fiesta
Esbozo para la serie de tapices destinados a decorar el Dormitorio de les Infantes del Palacio del Pardo. 
 
Como novedad en el arte español de aquel periodo, dominado por las enseñanzas regladas de las academias de bellas artes, instauradas durante la segunda mitad del siglo, como la de San Fernando en Madrid, el artista a partir del 1793 realiza cuadros independientes de gabinete, en los que puede reflejar, según sus propias palabras, «observaciones a las que regularmente no dan lugar las obras encargadas, y en las que el capricho y la invención no tienen ensanches». Creó una forma moderna de capriccio, como en sus estampas, en que la fantasía y la imaginación se oponen a las concepciones artísticas de belleza e ideal y dónde prevalece el carácter satírico o trágico. En todas estas creaciones demostró la misma técnica magistral que en la pintura de gran formato, caracterizada por la libertad de factura, con una pincelada rápida y transparente, pero siempre precisa y sutil.

VII. El siglo XIX: miradas íntimas, ámbitos privados
 
El Romanticismo aportó más privacidad a los usos sociales y a las costumbres individuales de la gente del siglo XIX. Las residencias de la aristocracia y de la nueva burguesía enriquecida reservan espacios de intimidad para las largas horas de ocio, de forma que los gabinetes se convierten en los aposentos predilectos para los placeres domésticos, sea para recrearse en la lectura y en la música o bien simplemente para conversar, cosa que se refleja en las artes figurativas y en la literatura de la época.

Martín Rico Ortega.
Desembocadura del Bidasoa (1872)

José Jiménez Aranda
Penitentes en la Basílica Inferior de Assís (1874) 

Francisco Domingo Marqués
Cabeza de gato durmiendo (1885)  

Ignacio Pinazo Camarlench
Fauno, 1888

Las paredes de los salones se decoran con obras de formato reducido e invitan [con temas nuevos como el orientalismo, el mundo de los artistas, la ciudad o la playa] a una contemplación minuciosa para ofrecer un mosaico de pequeñas ventanas que se abren a una realidad múltiple.

Marià Fortuny i Marsal.
Desnudo en la playa de Portici (1874) 

Marià Fortuny i Marsal.
Los hijos del pintor en el salón japonés (1874)

Junto con testigos pintorescos de recuerdo goyescos, hay lenguajes pictóricos más nuevos sustentados en el retrato y en el paisaje, que ahora aborda de manera directa la natura y la ciudad. Del mismo modo, la pintura de historia, género tradicionalmente concebido en grandes dimensiones, es capaz de reinterpretarse por medio de esta nueva sensibilidad.

Nota: Los textos que acompañan esta entrada han sido extraídos de la guía que acompaña la visita a la exposición.

+ Información:

http://euclides59.wordpress.com//?s=la+belleza+encerrada&search=Ir
http://obrasocial.lacaixa.es/nuestroscentros/caixaforumbarcelona/labellezacautiva_ca.html
http://julianen.blogspot.com.es/2014/07/la-bellesa-captiva-petits-tresors-del.html
http://leopold-leopoldest.blogspot.com.es/2014/07/joies-del-museu-del-prado-caixaforum.html

4 comentarios:

Leopold Estapé dijo...

Una expo extraordinària i un magnífic reportatge.

Anónimo dijo...

El teu extens i clar apunt gairebé ens estalvia anar-hi! Però no, hi anirem perquè hi ha oportunitats que no es poden deixar passar. I aquí hi ha unes quantes obres que mereixen una contemplació atenta mentre ens abandonem al pas del temps.

El Deme dijo...

Es tan espléndido tu reportaje que dan ganas de salir corriendo a ver la exposición.

SEBASTIEN PAUL LUCIEN PHOTOGRAPHIE dijo...

Cuantas maravillas me estoy perdiendo ! gracias a ti las recupero un poco ! :)