miércoles, diciembre 21, 2011

"Dos Palabras sobre la Homosexualidad en China" (1898)


Vía http://frounch.blogspot.com/ descubro un texto perteneciente al libro de 1898 "La Chine hermétique, superstitions, crimes et misère" de Dr Jean-Jacques Matignon, en el cual se analiza el comportamiento sexual de la población china, y en concreto lo extendidas que estaban las prácticas homosexuales y pederásticas, las cuales formaban parte de la cotidianidad.
De entrada nos encontramos con una aseveración que sorprende por su contundencia

"tout Chinois qui se respecte pratique, a pratiqué ou pratiquera la pédérastie". Bien que fort paradoxale, au premier abord, cette boutade, il faut le reconnaître, renferme un grand fond de vérité, et le nombre des Chinois « qui se respectent » est considérable. La pédérastie est, en effet, extrêmement répandue dans l'Empire du Milieu. Toutes les classes de la société s'y livrent, et tous les âges, les jeunes comme les vieux, en sont friands."
Esta aseveración que de entrada parece excesivamente contundente se ve reforzada por la observación de los comportamientos cotidianos entre amigos, así se nos relata la normalidad de invitar a tener relaciones sodomíticas como un hecho que no escandaliza a nadie, pero por contra la utilización de la frase "tsao-pi-ni" (algo parecido a "que te sodomizen") es considerado como un gran insulto e incluso como una humillación. Lo cual lo convierte en una frase de uso común a fin de mostrar la cólera y el enfado contra alguien, inclusive contra los ancestros.

La pederastia en China se encuentra más ligada a lo que era en la antigua Roma que en la Grecia clásica. Es algo meramente material, puramente sexual, carente de cualquier idealización. En Grecia por contra era un reflejo del amor entre camaradas y se hallaba envuelto en valores estéticos y plásticos. Mientras en China casi podría considerarse que era un sistema de prostitución, ya que el elemento pecuniario tenia una importante presencia, aunque, como deja entrever el texto, las clases intelectuales o refinadas podrían buscar una cierta satisfacción espiritual.

"En Chine, c'est presque toujours sur un salarié, un domestique, un professionnel que se pratique le coït anal : la pédérastie, dans la Terre Fleurie, n'est guère que la satisfaction pécuniaire d'un désir. Cependant, il y a tout lieu de supposer que certains Chinois, raffinés au point de vue intellectuel, recherchent dans la pédérastie la satisfaction des sens et de l'esprit"
La explicación que da a esta situación es un tanto peregrina, ya que busca un cierto nivel de justificación en el estado de la mujer china, una mujer poco cultivada que se movía entre la honestidad y la prostitución, un poco en cierta medida como en occidente: Santa y madre o puta, lo cual las convierte en acompañantes poco adecuadas y aún menos estimulantes.

Dinastía Qing
"La femme chinoise est peu cultivée, ignorante même, quelle que soit sa condition, honnête femme ou prostituée. Or le Chinois a souvent l'âme poétique : il aime les vers, la musique, les belles sentences des philosophes, autant de choses qu'il ne peut trouver, chez le beau sexe de la Terre Fleurie. Aussi, si ses moyens le lui permettent, fréquente-t-il dans le milieu de la haute galanterie masculine, où il est sûr de rencontrer de jeunes pédérés, pourvus non pas de leur brevet supérieur - la chose n'existant pas en Chine - mais d'un bagage littéraire suffisant pour leur permettre de participer, avec avantage, aux concours du baccalauréat, voire même de la licence célestes. J'en reparlerai, tout a l'heure."
Culí chinos (1870)

Por otra parte la extensión de la sodomía entre los chinos se vio auspiciada por situaciones impuestas. Este fue el caso de lo que acaecido en Java. El gobierno holandés no permitió que los culí chinos fuesen acompañados por sus esposas lo que les llevó a designar a uno de los suyos, por cada 12 ó 15 miembros, bien por sorteo o por elección, para suplir el papel de la mujer en la comunidad, y cuyas responsabilidades se extienden a la atención cocina y los deseos carnales de sus compatriotas. Las autoridades holandesas intentaron atajar este hábito. Los chinos se negaron a obedecer, masacrando a algunos funcionarios de la colonia. Lo mismo sucedió en algunas partes de Mongolia, donde a los chinos se les permitía ir a trabajar. Los príncipes mongoles temieron una sobrepoblación si los chinos llevaban a sus mujeres, y por lo tanto una invasión de su territorio, por lo que prohibieron la entrada de las mujeres chinas. Los chinos se vieron obligados a hacer en Mongolia lo mismo que en Java, pero aquí no hubo ninguna oposición.
Históricamente parece que el tema de las conductas homosexuales es algo que ni ha molestado ni ha dejado de molestar a los chinos, más bien es algo de lo que prefieren no hablar y algo que antaño era considerado como un bien de lujo.

Finales de la dinastía Qing

 Old Monk Received into a Wealthy Man's House while his Young Companion is being seduced by the Owner
"L'opinion publique reste tout à fait indifférente à ce genre de distraction et la morale ne s'en émeut en rien : puisque cela plaît à l'opérateur et que l'opéré est consentant, tout est pour le mieux ; la loi chinoise n'aime guère à s'occuper des affaires trop intimes. La pédérastie est même considérée comme une chose de bon ton, une fantaisie dispendieuse et partant un plaisir élégant. Car je dois reconnaître que les Célestes sont aussi snobs que les habitants de la vieille Europe qui apprécient les choses - et aussi les hommes - en raison directe des dépenses qu'elles nécessitent. Pratiquer la pédérastie, c'est un luxe cher, tout comme manger des nids d'hirondelles ou des oeufs de cent ans ; c'est de plus le complément indispensable de tous les bons repas, durant lesquels les convives sont largement pourvus, volentes nolentes, d'aphrodisiaques ou de soi-disant excitants du sens génésique, dont la cuisine et la pharmacopée chinoises sont particulièrement bien fournies."
"la pédérastie est une chose dont on ne parle pas, volontiers, en Chine. [...] Le Chinois est fort discret pour tout ce qui touche à la pédérastie"
En cuanto a la literatura el texto nos reseña dos obras en particular, "Tsin-pi-meï" y el "Ping-Houa-pao-tien" (El precioso espejo de las flores idénticas). El primero bastante extenso lleno de grabados altamente libidinosos que costaba entre 300 y 400 francos, el cual curiosamente no podía, bajo pena de muerte estar en posesión de ningún chino, ni tan siquiera ser publicado, lo cual lo condenaba al mercado negro y a ser pasado bajo mano, así que la obra figuraba en multitud de bibliotecas. En cuanto a los poetas Li-taé-pou es considerado todo un clásico dentro de esta temática.

Algo que llama la atención son los nombre realmente curiosos con los que los chinos definen las prácticas homosexuales, así "lou-t'ze" significa estufa", por lo que la expresión "t'ran lou-t'ze ", quiere decir "hendir un palo en la estufa" para agitar el carbón. La palabra más utilizada es "t'rou-tse" (conejo), un término con connotaciones injuriosas para aquel a quien se destina. "Sian-Kôn" ( joven señor ), se empleaba sólo para los homosexuales elegantes.


Entre los homosexuales se ve que había más de diez categorías diferenciadas. La primera representada por aquellos que desde su infancia habían estado preparados, tanto física como psíquicamente, era la fina flor de la prostitución masculina. La décima categoría estaba compuesta por todo tipo de personas, jóvenes o mayores, de cualquier tipo y condición, incluyendo a aquellos que perteneciendo a la primera habían perdido su juventud o caído en desgracia. Todo esto no tendría en sí mayor importancia, sino fuera por la forma en que eran reclutados los miembros de la primera categoría.

"Elle est formée de sujets jeunes, vendus par leurs parents, dès l'âge de quatre ou cinq ans, et souvent volés par des industriels qui font le métier de fournisseurs pour la prostitution. Le vol des enfants, mâles et femelles, est un fait bien connu en Chine, et à Tien-tsin, par exemple, tous les ans, au début de l'été, quand les bateaux partent, par le Grand Canal, pour se rendre dans le Sud chercher du riz, on signale tous les jours des disparitions d'enfants. Ceux-ci sont embarqués, dans les jonques, et vendus, pendant le voyage ou à l'arrivée, à des maisons de débauche ou à des particuliers. Les autorités lancent même, à ce moment, des proclamations, engageant les parents à veiller, avec soin, sur leurs enfants."
A continuación el Dr Jean-Jacques Matignon nos relata en que consistía el entrenamiento físico e intelectual al que eran sometidos estos niños, contaban escasamente cinco años, que entrarían a formar parte de la élite de la prostitución masculina cuando contaran catorce años y las posibilidades que tenían al formar parte de esta élite, hemos de pensar que a partir de los veinte años ya no eran requeridos de igual manera, aún así algunos podían llevar una vida bastante cómoda.

"Les jeunes sujets sont, à partir de l'âge de cinq ans, en général, soumis à un entraînement physique et intellectuel, qui doit les rendre aptes à jouer leur rôle. Cette préparation est longue, car ce n'est guère que vers treize ou quatorze ans qu'ils sont jugés comme étant à point et mis en circulation. Inutile d'ajouter que, bien longtemps avant cette époque, leur propriétaire n'a pu résister au plaisir de leur enlever leur virginité anale. On commence par leur faire un massage régulier de la région fessière, pour les rendre callipyges ; puis, peu à peu, on habitue l'anus au passage de dilatateurs, de volume progressivement croissant. Cette dernière opération est toujours pénible, l'enfant s'y prête mal, et pour ce fait reçoit des coups. On m'a assuré que certains proxénètes, plus humains que la majorité de leurs congénères, pour éviter les douleurs de ces débuts, faisaient prendre à leurs victimes une drogue, autre que l'opium, qui non seulement facilitait la dilatation des sphincters, mais qui en provoquait l'anesthésie. Bien que je n'aie, jamais, été assez heureux pour me procurer cette bienfaisante médecine, celle-ci n'en serait pas moins très connue. L'usage en serait même fréquent, chez certains petits mandarins du Trésor, qui en mangeraient et pourraient de la sorte assez facilement faire disparaître, dans leur rectum, des lingots d'argent, qui échapperaient ainsi aux investigations les plus minutieuses pratiquées sur eux à la sortie de leur bureau. Quoique le fait m'ait été certifié par plusieurs Chinois, je ne le consigne que sous toutes réserves, me demandant, si cette tolérance du rectum des fonctionnaires susnommés doit être attribuée à la drogue hypothétique ou à la pédérastie, à laquelle beaucoup d'entre eux se prêtent. En même temps qu'on prépare la voie inférieure, on ne néglige pas les soins de l'esprit. Les enfants reçoivent une certaine instruction, on leur apprend le chant et la musique, à dire et à faire des vers, le dessin, l'écriture des beaux et anciens, caractères, ils savent par coeur un stock de bons mots, manoeuvrent le calembour, ont le talent de servir à point quelques maximes de Confucius, ou des adages de la dynastie des Soung. Ce sont là autant de petits agréments dont les Chinois sont fort amateurs. Il est du meilleur genre, pour un riche Chinois qui offre à déjeuner à ses amis, de faire venir ces « jeunes messieurs » au restaurant. Les garçons de l'établissement connaissent un certain nombre de sujets et savent où s'adresser pour procurer à leurs clients des «Sian-Kôn». qui vjendront leur offrir les charmes de leur esprit, et non point toujours de leur corps. Car, avec eux, arrive souvent un « t'cha-kâ-eul » (souteneur) qui s'oppose, en général, à toute consommation sérieuse et trop précipitée. Il faut que les Chinois qui ont bien dîné sachent, ppur le moment au moins, se contenter de ce que nos anciens appellaient les « menus suffrages »: paresses, attouchements légers, toutes choses d'ailleurs, qui coûtent déjà, fort cher; les riches Chinois, quand ils s'amusent, dépensent aussi princièrement que nos plus élégants fêtards. Le reste ne viendra que tard, fort tard même, après une cour, longue et dispendieuse."

Car, même avec de l'argent, on n'arrive pas d'emblée aux faveurs des « Sian-Kôn », j'entends de ceux qui font partie de la catégorie supérieure. C'est qu'ils ont conscience de leur valeur et tiennent la dragée haute aux soupirants qui envoient cadeaux, fruits, gâteaux, argent, se creusent la mémoire pour écrire quelque pensée bien ronflante et bien vide, en caractères très vieux, et tout cela, souvent, pour un résultat négatif. On peut même voir des Célestes se ruiner pour ces « jeunes messieurs », sans pouvoir atteindre le but tant désiré. Beaucoup de ces « horizontaux » de haute marque ont un riche protecteur qui les installe somptueusement « dans leurs meubles », leur paye toutes leurs fantaisies les plus coûteuses. Car ils sont capricieux et fantasques, comme les dames dont ils tiennent la place. Le bon genre veut que le protecteur trouve à son « petit ami » une femme et le marie. Le costume de ces « messieurs » est toujours fort luxueux et de préférence doublé de soie rose. Ils ne vont que très rarement à pied et ne sortent guère qu'en voiture. Ils sont très soigneux de leur personne, se débarbouillent, se parfument beaucoup et ont même la délicatesse de se faire épiler la région anale laquelle est naturellement, chez le Chinois, fort peu fournie de poils. Ils en arrivent presque à oublier leur sexe et s'identifient tellement avec leur rôle, qu'ils finissent par se prendre pour des femmes dont ils adoptent la démarche, les gestes, l'expression de visage et même la voix. Les noms de ces élégants « Sian-Kôn » sont connus du « Pékin qui fait la fête », tout comme le sont, à Paris ou à Londres, ceux de nos demi-mondaines les plus cotées sur le turf de la galanterie. Leur gloire est des plus éphémères. Pendant quatre ans, cinq ans au plus, ils tiennent le haut du pavé ; à partir de la vingtième année, ils sont déjà moins appréciés. Mais ils trouvent encore de riches protecteurs. Plus tard, ils s'installent pour leur compte, ou entrent comme commis dans une maison de commerce, faisant là le bonheur du patron, des employés et même de certains clients, trouvant à satisfaire, à des prix modérés, leur vice et leur amour-propre, car il reste toujours une certaine auréole de gloire attachée au nom d'un « Sian-Kôn » jadis connu. Beaucoup d'entre eux continuent ou prennent le métier d'acteur. Ils sont sûrs de trouver au théâtre nombreuse clientèle et, de plus, ils reçoivent, pendant un certain temps, une pension alimentaire, servie par l'entrepreneur qui les avait, autrefois, préparés et lancés dans la circulation. Cette catégorie dont je viens de parler est l'infime minorité dans la légion des pédérés chinois; c'est l'aristocratie des amours masculines, accessible seulement à un nombre restreint d'élus."
Escena en un burdel (finales del s. XIX)

Pero a parte de estos niveles, que podríamos denominar de alta prostitución, existía otro mundo bien distinto, bastante alejado del lujo y en el que las enfermedades hacen mella, a partir de aquí el relato de la situación cobra un giro que convierte la situación en dramática y bastante espeluznante, como la doble visita que realiza a un prostíbulo en Tien-Tsin, donde los europeos son muy bien recibidos y la descripción de aquello que ve, chicos y chicas, ya que estos locales eran mixtos, de apenas diez o doce años, bien alimentados pero mal tratados tanto por los patrones como por los clientes, posiblemente infectados de sífilis y sometidos a más vejaciones de las que podríamos imaginar ante la absoluta indiferencia social. La indiferencia y normalidad con la que se aceptaba esta situación queda reflejada en la actitud del carpintero, que con toda naturalidad les indica la dirección del prostíbulo.
La prostitución masculina era no solamente tolerada en China sino que también era algo reglado, con implicaciones directas en la Ciudad Prohibida. Un mudo que se extendía de la forma más natural y discreta a lo largo de toda la nación, desde el lujo de los privilegiados hasta los lupanares produciendo situaciones hasta cierto punto chocantes al confrontarse con occidente, ya que se tenía que estar alerta con aquello que se hacía, ya que las simples caricias paternales, a unos niños, de un alto dignatario europeo generaron gran escándalo al ser tomadas por lo que no eran. Algo bastante curioso teniendo en cuenta las formas de vida y gustos de los chinos, eso sí siempre en privado.

"Au-dessous de ces « entretenus » de haut vol, je placerai les « petits messieurs en chambre », bien mis, assez cultivés, mais n'ayant pas, pour des raisons diverses, eu le succès des premiers : simple question de chance, plus que de valeur intrinsèque. Ils sont très accessibles aux cadeaux, aux pâtisseries et aux pièces de vers. C'est dans ce milieu, que fréquentent surtout le riche bourgeois et l'honnête commerçant. Bien au-dessous de ces derniers, vient la deuxième catégorie de pédérés, celle-ci tout à fait inférieure, dans laquelle se rangent les sujets ramassés dans la rue, au théâtre, venant de partout, enfants pris de force, ayant ou non subi une préparation préalable, mendiants, portefaix, tous gens sales, puants, souvent riches en vermine et éminemment contagieux. Car tandis que la syphilis et la blennorragie sont exceptionnelles chez les pédérés de haute marque, elles sont, au contraire, fort répandues dans cette deuxième catégorie de prostitués. Où se rencontrent ces intéressants personnages ? Les uns ne sortent que très peu, vivent dans le luxe le plus complet et fournis de tout, ne reçoivent que quelques rares intimes avec lesquels ils font surtout de la poésie et des mots d'esprit. D'autres, également pourvus d'une installation confortable, sont beaucoup plus accueillants et hospitaliers que les premiers, tout en se montrant encore éclectiques en matière de clients. Ils reçoivent, chez eux, figurent aux dîners des gens qui s'amusent, se rendent à domicile. Mais la grande majorité des pédérastes trouve surtout ses sujets dans les maisons publiques connues de tous, chez les proxénètes clandestins, chez les barbiers, au théâtre et enfin dans la rue, où les professionnels savent se faire connaître à certains gestes, le jour, et à certains coups de sifflet, le soir."
"La curiosité, purement sociologique, m'a conduit, deux fois dans les maisons de prostitution où se trouvent des petits garçons ; de jour, d'abord, de nuit, ensuite, pensant que je serais moins dégoûté, et après chaque séance, je suis sorti profondément écoeuré de ce que j'avais vu, comme avilissement et perversion. Ces établissements se trouvent à Tien-Tsin et les Européens y sont admis sans difficulté, car beaucoup, m'a-t-on affirmé (chose que j'ai hésité à croire !) sont des clients assidus de ces bouges, cent fois plus ignobles que les maisons les plus infectes de nos ports de mer. Pékin est également bien pourvu de ces « tang-ming-eul » (maisons publiques), mais il est difficile aux Européens d'y pénétrer. Les établissements mâles se distinguent des maisons de femmes, surtout par la forme de la lanterne de la porte qui est en verre et non point en papier et sur laquelle se trouve une inscription allégorique... mais compréhensible. Les enfants qu'on y rencontre, au moins ceux que j'ai vus, sont sales, mal tenus. A l'arrivée du client, ils chantent quelque refrain à la mode, d'une voix de fausset, parfaitement désagréable, vous offrent une pipe de tabac ou d'opium, viennent même s'asseoir sur vos genoux, vous racontent quelques histoires très grossières et attendent que vous vouliez bien faire appel à leur bon vouloir. Dans une maison de Tien-Tsin, sur cinq enfants qui nous furent présentés, deux portaient de superbes plaques muqueuses aux commissures labiales, visibles à distance. II est possible que, en soumettant les trois autres à un examen un peu sérieux, j'aurais eu grande chance de trouver également, sur eux, des traces de syphilis. Beaucoup de ces maisons de prostitution sont mixtes. On y trouve des garçons de dix à douze ans et des petites filles, souvent plus jeunes, sur lesquelles les Chinois se livrent à toutes sortes d'actes ignobles. L'opinion publique ne paraît guère s'en émouvoir, et la proximité d'un de ces établissements ne gêne pas les voisins, qui vous donnent volontiers, à leur sujet, des indications. Je me rappelle qu'étant parti, dans la journée, avec M. L..., un de mes amis, pour visiter un « tang-ming-eul »de Tien-Tsin, sous la conduite d'un officier chinois d'un consulat européen, nous nous trouvâmes hésitants, à un carrefour, sur la bonne direction à suivre. Un menuisier, voyant notre embarras, s'approcha poliment et nous dit : « Ces nobles vieillards cherchent, sans doute, la maison des petits garçons ? Qu'ils prennent la première rue à gauche. »"
Dans ces établissements, les enfants sont bien nourris, mais maltraités, et par le patron et par le client. Les rapports sont souvent douloureux ; le petit garçon essaie de s'y soustraire, à la grande colère du pédéraste, qui le rudoie, le frappe, voulant en avoir pour son argent. Car le prix est assez élevé ; au moins le double de celui qu'on paie dans les maisons de femmes. Celles-ci, à Pékin par exemple, sont, paraît-il, tarifées par la police, suivant la catégorie à laquelle elles appartiennent, et les prix varient entre 5 francs, 1 franc et 0 fr. 25. Les établissements de petits garçons ne payent pas d'impôts. Ils n'existent que par pure tolérance de la police qui ferme les yeux à la condition qu'on lui graisse la patte. Aussi, le client paye-t-il, indirectement, les pots-de-vin versés par les tenanciers à l'autorité. En entrant dans la maison, il doit débattre son prix avec le patron, et toujours, à catégorie équivalente, il devra donner une somme plus élevée que dans une maison de femmes. La prostitution masculine se pratique beaucoup, aussi, d'une façon clandestine, dans des maisons borgnes, tenues par de louches proxénètes. Certains magasins de coiffure s'en sont, également, fait une spécialité. Un certain nombre d'entre eux sont, ou surtout étaient, très connus à Pékin [...] car, depuis quelque temps, la police les surveille très activement. Il m'en a cependant cité un, situé dans un temple très fréquenté, où se font la barbe et l'amour entre hommes. Au théâtre, le « raccrochage » est très pratiqué par les « Sian-Kôn ». Vous êtes à peine installé dans ce qui, là-bas, sert de loge, que vous voyez entrer, discrètement, deux, trois petits garçons, qui s'approchent peu à peu, se frottent contre vous, vous tournent quelques compliments et vous lancent des regards, à la fois câlins et incendiaires que ne désavoueraient pas nos professionnelles des Folies-Bergère. Ces enfants sont, en général, bien habillés, assez gentils de figure et propres. Leur attitude peut exposer à singulière méprise l'Européen, peu habitué aux coutumes chinoises. Un jour, un vieux monsieur, Ministre d'une puissance amie, se trouvait au théâtre à Tien-Tsin, fraîchement débarqué dans l'Empire du Milieu. Deux ou trois de ces petits sujets pénétrèrent dans sa loge, vinrent s'appuyer contre lui. Le brave homme, ne pensant point à mal, se mit à les caresser, paternellement, leur tapotant les joues, les prenant par le menton, au grand désespoir de son interprète et à la stupéfaction, plus grande encore, des spectateurs étonnés de voir le cynisme et le sans-gêne avec lesquels ce « diable étranger » affichait, ouvertement, son faible pour la pédérastie. L'excellent homme fut très peiné quand, au sortir du théâtre, il apprit l'effet désastreux que son attitude avait produit sur les Chinois qui devaient sûrement, à l'heure présente, tenir ce représentant d'une Majesté européenne pour un parfait pédéraste.
Il n'y a point de femmes sur la scène chinoise. Leur rôle y est tenu par des hommes, jeunes en général, qui ont un réel talent de mimique et arrivent à les imiter de la façon la plus parfaite, dans les moindres gestes et attitudes, depuis le balancement du corps en équilibre instable sur les pieds déformés, jusqu'au timbre de la voix. La figure des acteurs, habilement grimée, est souvent assez agréable et la plus jolie tête de femme que j'aie vue en Chine est sûrement celle d'un « Sian-Kôn » qui représentait une élégante et jeune mandarine. Les acteurs, quand ils ne sont pas trop âgés et qu'ils ont du talent, sont bien appréciés des pédérastes. De même qu'une belle femme sur la scène fait faire des réflexions parfois libidineuses au plus austère bourgeois, de même tout bon Chinois regarde, d'un oeil concupiscent, un jeune histrion. « Oh! les petits acteurs, me disait presque en rougissant un vieux Céleste, c'est bien joli !... Mais c'est bien cher!... » [Comme] le jeune « Sian-Kôn » à la mode, l'acteur coté sur le turf de la galanterie masculine ne [tient] le haut du pavé que pendant une période de temps relativement fort courte. A partir de vingt ou vingt-deux ans, considéré déjà comme trop âgé, il tombe dans le domaine vulgaire de la prostitution courante et à bon marché, à moins qu'il n'entre comme secrétaire chez quelque riche marchand ou chez un haut fonctionnaire, qui le payera encore assez grassement pour les services d'ordre divers qu'il pourra leur rendre. Beaucoup d'entre ces pédérés savent se maintenir très longtemps en place, malgré que l'âge leur ait fait perdre leurs charmes. Leur propriétaire les garde, comme on fait, ici, d'une vieille maîtresse : l'habitude est parfois si puissante! A la mort de son protecteur, il est souvent réduit à la misère, à moins que celui-ci n'ait pourvu à son avenir. Mais on ne voit jamais le pédéré faire, comme Diane de Poitiers, le bonheur de trois règnes, ou se passer de père en fils comme cela se faisait à Rome, au dire de Martial, qui, dans une des ses épigrammes, explique à l'avare Titullus que, le soir de sa mort, son fils désolé couchera, cependant, avec son concubin.
La pédérastie a une consécration officielle en Chine. Il existe, en effet, des pédérés pour l'Empereur. Tout cela a été, depuis longtemps, prévu et réglé par le Ministre des Rites. [...] Un palais spécial, le Nan-Fou (le palais du Sud), situé en dehors de la Ville Impériale, est affecté à la résidence de ces concubins officiels. Contient-il à l'heure présente beaucoup de fonctionnaires de cette catégorie ? Je n'en sais rien ; mais ce que je puis certifier c'est que les mandarins chargés de la surveillance de cet établissement doivent se faire payer comme s'il en renfermait. Ces pédérés, s'ils existent, doivent vraisemblablement être eunuques, comme tous les employés du palais. Leur qualité de castrats leur permet même de réaliser facilement une des conditions requises des Chinois, chez tous les bons « Sian-Kôn » : l'absence d'érection au moment du coït anal. Il est, en effet, du meilleur genre chez le passif, que le frottement sur la prostate n'amène pas l'érection. Aussi pour la masquer, au cas où elle se produirait, le pédéré a-t-il la précaution de fixer sa verge le long de la cuisse au moyen d'un mouchoir. Le président Yuen-Chi-kai - un homme au tempérament excessif, qui serait pour le professeur Freud, de Vienne, un sujet d'études des plus remarquables - n'a pas continué la tradition impériale des « Sian Kôn » pour le Souverain. Mais, non content d'entretenir un harem des mieux fournis, il a auprès de lui un certain nombre de jeunes officiers, toujours prêts à satisfaire aux impatiences génésiques du Maître. Les quelques considérations dans lesquelles je suis entré n'ont d'autre but que de constater la fréquence de la pédérastie chez les Chinois. Les Célestes s'y livrent, sur une grande échelle : cela les regarde. Mais ils sont discrets en cette matière ; ils ne font point étalage de leur goût dépravé. Et s'il me fallait décerner la palme - chose délicate et difficile - aux plus méritants, c'est-à-dire aux moins ignobles des pédérastes de Chine et d'Europe (car ils sont légion, aussi, dans nos contrées occidentales) peut-être l'attribuerais-je aux Fils du Ciel. Chez ceux-ci, en effet, la pédérastie n'est jamais sortie du domaine masculin. Contrairement à beaucoup d'Occidentaux, ils ne la pratiquent jamais sur les femmes, considérant ce dernier mode comme tout à fait dangereux pour eux.

(extracto de "La Chine hermétique, superstitions, crimes et misère" por le Dr Jean-Jacques Matignon, 1898)

Vía: http://frounch.blogspot.com/2010/11/deux-mots-sur-la-pederastie-en-chine.html

El libro puede ser leído on line en esta dirección: http://openlibrary.org/books/OL23411576M/Superstition_crime_et_misere_en_Chine

8 comentarios:

Unknown dijo...

maravilloso, interesante, ilustrativo en muchos sentidos

hasta para repasar mi elemental conocimiento del francés

un deleite

gracias

FELICES FIESTAS, aussi

Leo Carioca dijo...

Muchísimo interesante, sin duda.
Bueno, es muy difícil hablar de homosexualidad en los países del Extremo Oriente, porque la visión que tienen de eso es casi siempre diferente de la nuestra. Pienso yo que Japón es el país oriental que tiene una mentalidad más semejante (pero no igual) a los países ocidentales con respecto a sexo.

Joaquinitopez dijo...

Apasionante entrada. Evidentemente el universo chino tampoco en estos temas encaja con el resto del mundo y, contra lo que pueda parecer, ni siquiera con los más cercanos vecinos.
Leo Carioca apunta la semejanza Japón-occidente en estos asuntos, en realidad no es tal, o lo lo fue hasta el XIX en que decidieron imitar comportamientos europeos ajenos a su tradición.
El entrenamiento, po lo poco que he entendido con mi oxidado frances, me ha recordado por una parte el de las geishas, que no son entrenadas para el sexo propiamente dicho, y por otra al actual entrenamiento para los circos y la Opera, por ejemplo.
Un abrazo.

Unknown dijo...

Entrenamiento para lo que sea, para ser geisjha, para los circos, para la ópera... Pero en China, es cierto.
Para la gimnasia, para la vida
Para el bien estar, para mejor estar

Y bueno...

Uno dijo...

No hace mucho vi un programa en la tele sobre un pais (euroasiático, creo recordar) donde existen en la actualidad todas estas prácticas que aqui se describen. El robo de niños, o su venta, la formación como cantantes, bailarines y "entretainers". El amante masculino como artículo de lujo. Muchos de ellos morían asesinados.
Si recuerdo el pais y el nombre que se daba a estos jóvenes volveré por aquí.

Ferran Porta dijo...

Estic impressionat per aquest completíssim tractat sobre un tema del qual sabia... res. No tenia ni idea que a la Xina hi hagués hagut aquesta "tradició", que més aviat, com a algun altre comentarista per aquí dalt, em remetia al món femení, al Japó.

A la cama no te irás...

senses and nonsenses dijo...

hasta antesdeayer la vida humana no es que se respetara demasiado en cualquier cultura, en muchas partes del mundo los niños siguen siendo explotados para esto o para aquello.
vaya, me he visto de repente imbuido del espíritu navideño...
muchos muchos besos.

@ELBLOGDERIPLEY dijo...

Parece ser que la época dorada de la homosexualidad en China fue durante la Dinastía Ming, ya que ostensiblemente fue así un emperador: parece que su amante murió, y en señal de duelo se cortó una manga. Entonces por lo visto a los gays se les llamaba "Los hombres de la manga cortada", algo así. Aquí se dice lo de "la acera de enfrente", pero los chinos en su tradición son más fantasiosos.
Desde la llegada del comunismo, hay que decir que la homosexualidad está muy reprimida...porque lo ven como un vicio occidental y decadente, algo así.
Lo de la pederastia no tenía ni idea, pero es asqueroso, la verdad.
Petonets!